1040632Distrito Federal— A pesar de que obtienen la mitad de los ingresos que reciben al año las personas que viven en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), trabajan el doble de horas y tienen menores expectativas de empleo y de vida, los mexicanos aseguran estar más satisfechos, tener sentimientos de paz, de gozo y sentirse orgullosos de sus logros.

Al dar a conocer el Índice para una Vida Mejor, el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, informó que este año la organización “se ha propuesto presentar qué es lo que más le importa a las personas”, esto es, medir el bienestar y el progreso.

Explicó que “representa una nueva fuente de información con gran potencial para los diseñadores de política”.

Refirió que “la gente desea ser escuchada” y las estadísticas, en el caso de México, refirieron que “aunque el dinero no puede comprar la felicidad, es un medio importante para lograr los estándares de vida más elevados”.

El índice permite medir y comparar a los 36 países miembros de ese organismo internacional en 11 temas como vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción y seguridad.

Lo que revela el mapa interactivo es que mientras los japoneses se preocupan más por la seguridad y los australianos buscan un balance entre empleo y vida familiar, los latinoamericanos centraron su atención en la educación, en tanto que los daneses y sudafricanos “sólo quieren ser felices”.

Al dar a conocer el mapa, la OCDE reveló que los mexicanos son los más satisfechos con su vida.

En México, 82% de las personas dijeron tener más experiencias positivas en un día, tales como “sentimientos de paz, satisfacción por sus logros y gozo”. En tanto, que “el dolor, la preocupación, la tristeza y el aburrimiento”, entre otras expresiones “negativas”, son menos frecuentes en ellos.

Lo anterior pese a que el ingreso familiar disponible neto “ajustado promedio” per cápita es de 12 mil 850 dólares al año, cifra menor que el promedio de la OCDE de 23 mil 938 dólares.

El reto no sólo está en alcanzar ese promedio de ingresos, sino reducir la brecha entre los más ricos y los más pobres, que “es considerable”, de acuerdo a la OCDE.

De acuerdo con la OCDE, 18.5 por ciento de la fuerza laboral no cuenta con el ingreso suficiente para cubrir sus necesidades básicas.

La estadística presentada revela que “la población situada en el 20% superior de la escala de ingresos gana cerca de 13 veces lo que percibe la población que ocupa el 20% inferior”.

En México, la gente trabaja 2 mil 226 horas al año, cifra mayor que el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos de mil 765 horas.

Alrededor de 61% de las personas entre 15 y 64 años de edad, en México, tienen un empleo remunerado, cifra menor que el promedio de la OCDE de 65%.

Si se mide por género, mientras cerca de 79% de los hombres tienen un empleo remunerado, sólo 45% de las mujeres lo alcanza.

“Tener un buen nivel educativo es un requisito importante para encontrar empleo”, ratifica.

En México, 36% de los adultos entre 25 y 64 años tienen el equivalente de un título de educación secundaria, menor que el promedio de OCDE de 75%, “una de las más bajas” entre los países integrantes del organismo.

Respecto a la calidad del sistema educativo, el estudiante mexicano promedio obtuvo una calificación de 417 puntos en la prueba de lectura, matemáticas y ciencias del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes. Esa calificación es “más baja” que el promedio de la OCDE de 497 puntos.

En el campo de la salud, la esperanza de vida al nacer es de casi 74 años, seis años menos que el promedio de la OCDE de 80 años.

La participación electoral, una medida de la confianza pública en el gobierno y de la participación ciudadana en el proceso político, fue de 63% en las recientes elecciones, cifra menor que la media de 72%. La condición social y económica puede afectar los niveles de votación, pero en México la diferencia es de dos puntos porcentuales entre los diversos grupos socioeconómicos. (Nurit Martínez Carballo/El Universal)