Distrito Federal— Son jóvenes en busca de identidad y aceptación, acuden a antros o lugares de fiesta presumiendo ser narcotraficantes sin serlo, con el objetivo de sobresalir y “ser alguien digno de ser respetado y temido”. Son los “wannabe narco”, un deseo de ser que muchas veces termina con la muerte.
“Si eres pobre/ te humilla la gente/ Si eres rico/ te tratan muy bien/ Todos le dicen el centenario/ por la joya que brilla en su pecho/ ahora todos lo ven diferente/ se acabaron todos sus desprecios”, cantan Los Tucanes de Tijuana en su corrido El Centenario acerca del sentimiento que puede generar en la sociedad pertenecer al narcotráfico.
Alberto era un joven preuniversitario que vivía en Guadalajara, Jalisco, proveniente de una familia acomodada de exitosos microempresarios dedicados a la mueblería. Alberto veía a con admiración a los narcotraficantes por la cantidad de dinero que utilizan y quería ser uno de ellos. Gustaba de llegar a la escuela en automóviles de lujo, portar ropa y relojes caros y acudir a los centros nocturnos y palenques de moda.
Era costumbre del joven, al llegar a algún antro o bar, asegurar que era narcotraficante o que era un familiar muy cercano de algún capo, presumía su carro, su ropa y su dinero con el fin de ser bien atendido. Al momento de acercarse a las jóvenes que le gustaban, utilizaba el mismo modus operandi para impresionarlas y si se metía en problemas también presumía su “procedencia” con tal de querer reflejar ser alguien superior.
Una noche, en compañía de unos amigos acudió a un antro ubicado en el centro de Guadalajara, tomó demasiado alcohol y comenzó un pleito con otros jóvenes que se encontraban en la mesa de al lado. Alberto les gritó que “era pesado” dentro del crimen organizado y si no se calmaban los iba a mandar rafaguear. Los jóvenes sorpresivamente parecieron calmarse y salieron del lugar rápidamente.
Un par de horas más tarde, Alberto se subió a su automóvil para dirigirse a su casa, poco antes de llegar a su destino otro vehículo se le emparejó y comenzó a dispararle en repetidas ocasiones y le ocasionó la muerte. Alberto fue víctima de su propia mentira.
Especialistas afirman que diariamente son más quienes presumen que tienen un peso en el mundo de la criminalidad aunque esto no sea verdad, ya que esto, en su mundo de lujo, derroches y alcohol les da un estatus ante muchos que ven con admiración y cierto temor la “narcocultura”.
Para el investigador y especialista del Colegio de la Frontera Norte, Ernesto Guevara, los jóvenes se están volviendo más imitativos debido a la influencia de la televisión, la música y el aumento de la desintegración familiar.
“Se le está dando a la juventud diversos esquemas más imitativos que en ocasiones son muy complicados de erradicar desde la escuela o la familia. En muchas ocasiones, a partir de la música y la ficción televisiva se genera en los jóvenes percepciones de aprobación a lo que nosotros vemos como un crimen, pero muchos de ellos ven una forma de vida”, indicó el experto.
Un estudio realizado por el Colegio de la Frontera Norte reveló que una de las principales aspiraciones de los jóvenes universitarios es ser “narcojuniors”, derivado de la difusión de la percepción de éxito del narcotráfico en la música, la televisión y las novelas.
Poder y dinero son los deseos de algunos jóvenes que sueñan con tener joyas y otros artículos de lujo con el fin de presumirlas y, en ocasiones, ingresar realmente a las filas del narcotráfico.
Según un estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en ochos estados de la República los jóvenes demostraron que se sienten identificados con narcotraficantes y sicarios, por encima de profesiones como profesor, policía, militar o empresario.
El estudio realizado en los estados de Baja California, Chihuahua, Colima, Durango, Estado de México, Guerrero, Tabasco y Tamaulipas arrojó que 26.3% de los jóvenes entrevistados, piensan que a ellos, sus amigos o personas de su edad les gustaría parecerse a narcotraficantes o sicarios. A estas preferencias le siguen el deseo de ser empresario (17%), profesor (12.4%), policía o militar (10.7%) y funcionario de gobierno (4.4%).
De acuerdo con el documento Jóvenes y Narcocultura de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), la “narcocultura” ha penetrado en la mentalidad de muchos adolescentes al grado de que hay una aspiración por pertenecer a los cárteles por el
hecho de generar respeto, obtener un auto de lujo, armas, dinero y droga.
Ayer 12 de agosto, fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Juventud, y de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), existen en nuestro país 31 millones de jóvenes que representan 26.5 por ciento de la población total del país.
Un 82% de los jóvenes entre 20 y 24 años no asiste a la escuela y solamente uno de cuatro jóvenes cuenta con algún grado aprobado en nivel superior. Respecto a las adicciones, la incidencia acumulada de consumo de mariguana es de 3.8 y de cocaína 2.2 por cada cien jóvenes.