Venezuela: Un rotundo “no” al Chavismo
Roberto A. Nodal
Acaban de concluir las elecciones en el hermano país para elegir una nueva asamblea parlamentaria y los resultados han sido claros y contundentes: un drástico cambio de rumbo, y una fuerte victoria para la coalición opositora –la Mesa de la Unidad Democrática- luego de casi veinte años del proyecto bolivariano –incialmente bajo Hugo Chávez y posteriormente de la mano del actual presidente Nicolás Maduro- y que a la larga ha terminado creando un considerable autoritarismo político y severas dislocaciones económicas; esto en un país considerado como uno con las mayores reservas petroleras del mundo.
Hay que resaltar que a Maduro no le ha quedado mas remedio que aceptar la derrota -“esta es una bofetada para despertar,” ha manifestado sin su habitual tono aguerrido- y que le resultará como una dolorosa piedra en el zapato durante el resto de su mandato presidencial. Las elecciones, bajo la supervisión de observadores internacionales, se han caracterizado por su transparencia y han transcurrido en un ambiente de orden y sin incidentes. Sin duda el chavismo encara un escenario no antes confrontado, al perder votos aún entre sus tradicionales bastiones de apoyo.
La nueva Asamblea Nacional, la cual quedará instaurada el próximo cinco de enero, y con una mayoría opositora de 109 escaños, tendrá amplios poderes: proveer enmiendas, votos de censura al presidente o ministros, autorizar enjuiciamientos de diputados, aceptar o negar el presupuesto, de aprobar una reforma constitucional y muchos otros aspectos legislativos. Es de anticipar choques frecuentes entre Maduro y la ahora fortalecida oposición, y muy particularmente en lo referente a la llamada Ley de Amnistía, a la cual el presidente se opone, y que automaticamente otorgaría la libertad a los detenidos por razones políticas, y a los que Maduro describe como “contrarevolucionarios.”
El chavismo y la oposición obviamente representan ideologías muy distintas. Aún así, ambas partes tendrán que eventualmente llegar a algún tipo de entendimiento, al menos de momento, para hacer frente a los complejos y urgentes problemas que afronta el país: escases casi total de los productos mas esenciales, bajisimos niveles de producción, una tasa inflacionaria por las nubes, la ausencia de solvencia monetaria, etc. Todo esto no solo a causa de la caída del precio del petroleo sino también en gran parte por la falta de competencia del propio gobierno. Por tal, Maduro eventualmente tendrá que llamar a un proceso de dialogo. La oposición, por su parte, se ha pronunciado inicialmente en forma conciliatoria y ha dejado claro de que no es su intención la destitución del presidente sino mas bien de concentrarse en hacer frente a la crisis actual.
No obstante así, no queda duda de que la victoria opositora representará mayores limitaciones para Maduro. El chávismo siempre había reclamado que su llegada a Venezuela era para quedarse. Sin embargo, los resultados de los comicios, y el rotundo “No” por parte de la mayoría de los venezolanos, apunta a una dirección y una realidad muy diferentes.