Sentencian a entre dos y tres décadas de cárcel a asesinas de Gómez Saladín
Las dos mujeres convictas por el asesinato de José Enrique Gómez Saladín fueron sentenciadas hoy más de 20 años de prisión cada una por los hechos ocurridos en noviembre de 2012.
Lenisse “Prieta” Aponte Aponte fue sentenciada a cumplir 24 años de prisión, mientras que Alejandra “Pochi” Berríos Cotto cumplirá una pena de 30 años de cárcel. Ambas se declararon culpables en enero pasado por actuar en concierto y común acuerdo, junto a otros dos acusados, para robar dinero y el Toyota Matrix del perjudicado, a quien luego quemaron y golpearon hasta causarle la muerte en un paraje solitario en Guavate.
El juez federal Daniel R. Domínguez primero sentenció a Aponte Aponte, de 27 años, a la pena máxima recomendada en el acuerdo al que llegó su abogada Rachel Brill con la fiscal federal Julia Meconiates. La sentencia sugerida era entre 235 y 293 meses (de 19 años y medio a 24 años).
Domínguez recalcó que la acusada tuvo una participación menor la noche de los hechos y que, según un informe presentado por su representante legal, fue abusada sexual y físicamente por su padrastro cuando era menor, por lo que escapó de su hogar y comenzó a prostituirse.
Desde su arresto, ha tratado de suicidarse en tres ocasiones, por lo que ordenó al Negociado Federal de Prisiones (BOP, por sus siglas en inglés) a ofrecerle ayuda en el área de salud mental. Cuando salga, deberá cumplir cinco años de libertad supervisada.
En el caso de Berríos Cotto, de 24 años, el acuerdo entre la fiscal y el abogado Thomas Lincoln San Juan era de entre 24 y 30 años (292 a 365 meses). El abogado mencionó la difícil crianza que tuvo la joven, dado a que su madre era abusada por su padre, y otros problemas que tuvo cuando pequeña.
Según la investigación, ella, junto con el coacusado Rubén Delgado Ortiz -que anteriormente había sido sentenciado a 30 años de cárcel-, fueron los que prendieron en fuego a Gómez Saladín y luego lo golpearon con palos, hasta dejarlo moribundo.
El juez dijo que contempló imponerle una sentencia mayor a la recomendada, pero luego decidió darle el mismo tiempo que le dio al coacusado. Agregó que podía sentenciarla a una cadena perpetua y recordó que el Departamento de Justicia federal no aprobó que el caso fuese uno de pena de muerte, pero era aplicable.
Emotiva declaración de la viuda de González Saladín
Previo a conocer los años que cumplirían, los familiares de la víctima se mostraron llorosos en sala, y su viuda, Nadya Ruiz, tomó la palabra para cuestionar quién le hace justicia a ella y su dolor.
“El jueves 28 de noviembre de 2012 a las 11:48 de la noche fue mi última conversación con mi esposo, cuando me llamó para decirme que iba de regreso a mi casa. No fue encontrado hasta el lunes. El sábado, estas dos mujeres con el otro acusado aún no sentenciado pidieron a una persona de su barrio que los llevara en su carro a Guavate. ¿Cuál era la intención? ¿Esconder lo que hicieron? Eso me demuestra a mí que había mucho más en la intención de todo lo que ellos hicieron”, cuestionó Ruiz durante su turno al dirigirse ante el juez.
“Yo sé que pararme aquí no hace ninguna diferencia porque ya su decisión está tomada. Nada de lo que pueda decir aquí cambiará esa decisión. Pero solo quiero que en sus mentes queden las siguientes preguntas: ¿Quién me hace justicia a mí? ¿Quién me devuelve el tiempo perdido? ¿Quién me acompaña en mi soledad? ¿Quién llena los espacios vacíos? ¿Quién recompone los pedazos de mi vida? Yo también soy una víctima. Mi mundo entero se vino abajo. La vida segura y perfecta ya no existe. ¿Quién me ayuda a salir adelante? José Enrique ya no está y yo me quedé aquí. La vida que conocí por 13 años ya no existe y extraño tantas cosas. He tratado de recoger los pedazos de mi vida. Ya nada es como antes. Jamás lo será. ¿Quién le hace justicia a eso?”, agregó.
Ruiz luego se dirigió a las convictas, refiriéndose a las expresiones que sus abogados hicieron sobre los problemas que atravesaron en la niñez.
“Nadie conoce las circunstancias de mi vida. El padre que nunca estuvo. Mis problemas. Y no he matado a nadie. Soy hija del mismo barrio que ustedes, aunque no lo parezca (barriada Morales, en Caguas). Yo también soy hija de las circunstancias y no decidí ser parte de ellas. Son seres despreciables, de lo más bajo. Personas como ustedes no merecen la oportunidad que se les está dando. Hicieron lo que hicieron. Les deseo una larga vida para que piensen en el horrendo crimen que cometieron. Nosotros seguimos dando oportunidades como ésta. Nno nos queda de otra que nos sigan asesinando porque lo hemos permitido”, expresó Ruiz.
La fiscal destacó que los acusados mataron al joven “por $400, $100 para cada uno” y que todos admitieon sus actos.
“Hay que tomar en consideración la seriedad del caso, pero también hay que hacer justicia. Aquí hay una víctima, José Enrique, quien perdió la vida. Ellas no son las víctimas en este caso. La víctima aquí es su familia. La víctima aquí es la sociedad. La víctima aquí somos todos nosotros. La crianza difícil no da licencia para matar”, señaló Meconiates.
Ambas convictas -que hicieron alegación de culpabilidad el 8 de enero pasado- pidieron perdón a la familia de Gómez Saladín.
“Quiero pedirle perdón a los familiares de Gómez Saladín por el daño y sufrimiento que les he causado con esta situación. Sé que un perdón no lo devolverá con ustedes pero quiero que sepan que estoy arrepentida. Le pido perdón a mi familia, a mis padres, hermanos, le doy las gracias por no soltar mi mano, por estar ahí. Quiero decirles que donde quiera que vaya, siempre los voy a llevar en mis pensamientos y que pase lo que pase, éste no es el final”, manifestó Aponte Aponte.
Aseguró también que en prisión “mi mentalidad ha cambiado para ser una mejor persona y sea el tiempo que sea, me siento preparada para ser mejor persona en la sociedad”, agregó.
Por su parte, Berríos Cotto también expresó su arrepentimiento a los familiares de la víctima.
“Quiero pedirle perdón a la familia de Gómez Saladín. Sé que lo que están pasando es bien duro. De verdad que estoy bien arrepentida de todo lo que pasó. Así que si algún día me pueden perdonar, les pido perdón. Y a mi ‘mai’ le doy las gracias por estar conmigo siempre, en las buenas y en las malas”, dijo por su parte Berríos Cotto.
Los otros dos acusados, Delgado Ortiz y Edwin “Bebo” Torres Osorio, se declararon culpables anteriormente y el primero fue sentenciado a 30 años de prisión. Torres Osorio no ha sido sentenciado aún.
Según la pesquisa, el 29 de noviembre de 2012 los acusados interceptaron a Gómez Saladín, bajo amenaza lo llevaron a a un cajero automático para sacar $400, y lo llevaron a la víctima hasta una antigua prisión en Guavate, en Cayey. Según la denuncia, los hoy acusados iban planificando por el camino cómo lo matarían, preguntando: “¿Cómo lo hacemos? ¿Lo freímos, quemamos o le pasamos el carro por encima?”.
Poco después, el cuarteto compró gasolina y al llegar a la antigua cárcel en Guavate, torturaron, golpearon y quemaron a Gómez Saladín hasta causarle la muerte. Su cuerpo fue encontrado días después.