Marshall “Eddie” Conway fue liberado de prisión esta semana, apenas un mes antes de cumplir 44 años de reclusión. Conway fue declarado culpable del homicidio de un oficial de policía de Baltimore ocurrido en abril de 1970. Conway siempre sostuvo su inocencia. En el momento de su detención y juicio era un destacado miembro de la seccional de Baltimore del Partido de las Panteras Negras, la organización por la defensa de los derechos de la población negra, foco principal del programa ilegal de “contrainteligencia” del FBI llamado COINTELPRO. El FBI, al mando de J. Edgar Hoover, vigiló y se infiltró en varios comités regionales de las Panteras Negras en todo el territorio de Estados Unidos, obstaculizando las actividades de organización del partido, a menudo mediante la violencia.
La fiscalía alegó que Conway estaba detrás del asesinato a balazos del oficial de policía de Baltimore Donald Sager. La acusación se basó en el testimonio de un oficial de policía y de un recluso que oficiaba de informante, que afirmó que Conway reconoció la autoría del crimen cuando eran compañeros de celda. Marvin “Doc” Cheatham, ex presidente de la Asociación Estadounidense para el Progreso de la Gente de Color en Baltimore (NAACP, por sus siglas en inglés) y que durante años defendió la inocencia de Conway, le dijo al periódico The Baltimore Sun: “Esto ocurrió en la época de apogeo del programaCOINTELPRO. …No tenían ningún testigo que lo hubiese visto allí. No tenían huellas dactilares ni pruebas. Básicamente, lo procesaron sobre la base de lo que ahora llamamos un informante”. El movimiento mundial para exigir la liberación de Conway se hizo cada vez más numeroso. En 2001, el Concejo Municipal de Baltimore aprobó una resolución para solicitar al Gobernador de Maryland que le otorgara el indulto.
La detención de Conway ocurrió un año antes de que un grupo de activistas contra la guerra ingresara ilegalmente a la oficina del FBI en Media, Pensilvania y se llevara miles de páginas de documentos clasificados del FBI, que entregaron a la prensa. Fue entonces que se escuchó hablar por primera vez del “CONITELPRO”.
Uno de los abogados de Conway, Bob Boyle, que fue su defensor durante más de 20 años, explicó: “El juicio del Sr. Conway se realizó en enero de 1971. La irrupción en las oficinas del FBI en Media, Pensilvania, que dio lugar a las revelaciones sobre el programa COINTELPRO, ocurrió recién en abril de 1971. De modo que Eddie fue a juicio en un momento en que el COINTELPRO aún estaba funcionando y el jurado desconocía la existencia de esta campaña para neutralizar a los dirigentes y a la organización del partido de las Panteras Negras”.
La seccional Baltimore de las Panteras Negras se creó en este contexto. Conway había ido a Alemania como miembro del Ejército de Estados Unidos y estaba listo para ser enviado a Vietnam. Entonces, en el verano de 1967, vio una fotografía de una serie de disturbios ocurridos en Newark, Nueva Jersey. Conway me contó: “Colocaron vehículos blindados en medio de la comunidad negra y apuntaron metralletas de calibre .50 contra alrededor de 25 o 30 mujeres negras que estaban reunidas en una esquina. Y mientras leía la noticia estando en Europa, pensé que necesitábamos cambiar algunas cosas en Estados Unidos. Estados Unidos necesitaba algún tipo de reforma. No puede ser que haya vehículos militares frente a una intersección y no puede ser que se apunte a mujeres afrodescendientes dentro de una comunidad negra con metralletas calibre .50. Algo estaba muy mal en esa imagen y pensé que podía regresar y ayudar a reunir esfuerzos para cambiar esa situación”.
Marshall Conway se hizo miembro de la NAACP y del Congreso de Igualdad Racial (CORE, por sus siglas en inglés). Conway continuó: “Estudié las diferentes organizaciones y sentí que las Panteras Negras representaban al menos un intento serio de comenzar a alimentar a los niños, de comenzar a educar a la población, de comenzar a organizar la atención de la salud y ese tipo de cosas. De modo que me sumé y comencé a trabajar con ellos”.
Lo que Conway desconocía era que la oficina regional de las Panteras Negras en Baltimore había sido creada por un infiltrado de la policía. Conway comenzó a sospechar de uno de los dirigentes locales de las Panteras Negras. Me dijo: “Había un jefe de defensa llamado Warren Hart que trabajaba para la Agencia de Seguridad Nacional. Él fue quien creó el Partido de las Panteras Negras allí, y yo desempeñé un papel fundamental en la larga investigación que nos condujo a denunciarlo públicamente. Luego de esto, Hart huyó del país y se dirigió a Canadá. Se infiltró en el partido de Stokely Carmichael, denominado ‘All African People’s Revolutionary Party’ y fue denunciado tras haber participado en algún tipo de trampa montada por el FBI. Fue al Caribe, creo que a las Bahamas, donde debilitó a algunos de los movimientos políticos y provocó una que otra muerte. Y no estoy del todo seguro de que no haya causado algunas muertes en el Partido de las Panteras Negras en Maryland”. Poco tiempo después de haber denunciado al agente encubierto, Marshall Conway fue arrestado por los cargos por los que finalmente estuvo preso durante casi 44 años.
Su vida en la cárcel fue ejemplar. Conway la describe de manera muy emotiva en su biografía: “Marshall Law”. En la entrevista que le hicimos en Democracy Now!, dijo acerca de las cárceles de Maryland: “Había una gran cantidad de gente joven y de jóvenes en la prisión y como no había nada constructivo para hacer, había mucha violencia. De modo que primero intenté cambiar el problema de la violencia y, luego, encontrar cosas que pudieran ayudar a mejorar la vida de los prisioneros”. Conway cofundó el proyecto “Amigo de un amigo” (Friend of a friend), un programa de orientadores afiliado al “American Friends Service Committee” para ayudar a los prisioneros más jóvenes y vulnerables a adaptarse y a sobrellevar mejor el brutal sistema carcelario.
Marshall Eddie Conway cumplirá 68 años en abril. Tras haber pasado 44 años en prisión, podría pensarse que jamás querría volver a pisar una cárcel, pero Eddie Conway no es así. Sobre su futuro, dice: “Voy a seguir trabajando con la organización Amigo de un amigo. Creo que hemos salvado muchas vidas y creo que aún podemos salvar muchas más. Estoy muy orgulloso de los jóvenes que han podido salir. Son jóvenes que hace 3 o 4 años hubieran atemorizado a la comunidad. Ahora están alimentando a los niños. Ahora están regalando vestimenta a las personas de la comunidad. Ahora están examinando leyes para ayudar a lograr una reforma de las cárceles. De modo que seguiré trabajando con el programa Amigo de un Amigo en el sistema carcelario y fuera de él, e intentaré ver si podemos ampliarlo a todo el país para ayudar a salvar las vidas que se pierden”.