Washington— El presidente Donald Trump abrió ayer la posibilidad para otorgar un estatus migratorio legal a millones de indocumentados que no hayan cometido crímenes graves.
El republicano hizo énfasis en que el nuevo sistema migratorio de Estados Unidos deberá estar basado en los “méritos” de los inmigrantes, como ocurre en Canadá y Australia, donde se les otorga la residencia en base a calificaciones como su educación y habilidades laborales.
En una conversación con presentadores de noticias justo antes de su alocución ante el Congreso, Trump rompió con su postura dura en migración y señaló que estaba abierto al tipo de ajuste amplio que muchos republicanos y muchos de sus simpatizantes fundamentalistas han calificado como una “amnistía”.
En su discurso defendió sus primeros días en la Presidencia y señaló que está dispuesto a romper con las líneas partidistas y hacer a un lado las “riñas triviales” con tal de ayudar a los estadounidenses comunes.
También hizo un llamado al Congreso para transformar el sistema de salud, modificar el código fiscal y reconstruir la milicia y la infraestructura nacional.
Pero incluso al delinear una agenda ambiciosa, levantó nuevos cuestionamientos sobre sus prioridades y cómo piensa alcanzarlas.
“El tiempo es el adecuado para una ley de inmigración en tanto haya un compromiso en ambos lados”, dijo el presidente a los presentadores de televisión en la Casa Blanca, de acuerdo con testigos del encuentro. Los presentes pidieron mantener el anonimato pues no están autorizados para hablar de una reunión privada.
El concepto muestra una ruptura abrupta de los operativos contra indocumentados que Trump ordenó en sus primeras semanas en el poder y de la línea dura que asumen sus simpatizantes más fieles, quienes lo ayudaron a llegar a la Casa Blanca. El presidente dio indicios del cambio justo unas horas antes de arribar al Capitolio para dar su discurso ante el pleno de la Cámara de Representantes y el Senado reunidos en sesión conjunta.
Pero en su discurso, Trump mantuvo el tono duro en inmigración que caracterizó su campaña.
“Mi administración ha respondido las súplicas del pueblo americano para reforzar las leyes migratorias y la seguridad fronteriza”, dijo. “Al aplicar finalmente nuestras leyes de inmigración, subiremos salarios, ayudaremos a los desempleados, ahorraremos billones y billones de dólares y haremos nuestras comunidades seguras para todos”.
Un movimiento hacia una reforma migratoria comprensiva sería un cambio dramático para el presidente, cuyos mítines de campaña estuvieron aderezados por las consignas de “construir el muro” en la frontera mexicana, además de que firmó la orden ejecutiva en enero para deportar a cualquier indocumentado que haya cometido un crimen –aunque no se le hubieran fincado cargos o haya sido encontrado culpable– o falsificado un documento. La regla aplicaría a virtualmente cada uno de los 11 millones de indocumentados en el país.
En el giro potencial, Trump fue más allá ayer para esbozar la idea de ofrecer la ciudadanía a jóvenes inmigrantes no autorizados que fueron traídos a Estados Unidos como niños –los denominados ‘dreamers’–, aseguró una fuente. Este cambio iría mucho más allá de los permisos temporales de trabajo que les ofreció Barack Obama por medio de una orden ejecutiva del 2012.
Las palabras del presidente sobre la inmigración surgieron un día antes de que emitiera una nueva versión de su decreto para prohibir la entrada a EU de viajeros procedentes de siete naciones mayoritariamente musulmanas y suspender la admisión de refugiados. La orden ha sido revisada por problemas legales.
En el podio de la Cámara, Trump defendió sus primeros 39 tumultuosos días en el poder y delineó sus prioridades para las próximas semanas y meses.
El discurso abrió una nueva fase en la Presidencia, que había sido hasta ayer definida por acciones unilaterales, mostrando cuánto Trump necesita al Congreso para realizar sus reformas fiscales y de salud.
“Mi administración quiere trabajar con miembros de ambos partidos para asegurar que el cuidado infantil sea accesible y al alcance del presupuesto, para prevenir que los padres tengan un permiso de paternidad pagado, para invertir en la salud de las mujeres y para promover el aire limpio y el agua limpia y para reconstruir nuestra infraestructura militar”, dijo Trump.
El discurso también reflejó la guerra que el mandatario pelea contra sí mismo y su círculo interno. Incluso cuando Trump mantuvo la posibilidad de ofrecer estatus legal a millones de inmigrantes no autorizados, la primera dama, Melania Trump, fue anfitriona de familias de víctimas de crímenes violentos cometidos por indocumentados: una manera de resaltar la creencia de Trump de que los inmigrantes sin estatus legal constituyen una amenaza grave a los americanos, porque deben de ser temidos y removidos, no aceptados.