EL PAIS
El último comunicado de Donald Trump referido al comercio con México hablaba de la “eliminación inmediata” de las barreras no arancelarias, es decir, diversos mecanismos que afectan a la importación y exportación de productos entre ambos países, y todos ellos pasan por las aduanas, un filtro cuestionado por el presidente estadounidense y que cobra, por tanto, prioridad en las políticas mexicanas. El director general de Investigación Aduanera, Alex Tonatiuh Márquez, está siendo investigado estos días por supuesto enriquecimiento ilícito calculado en 257 millones de pesos. Pero no es la primera vez que las aduanas saltan al primer plano político. El Ejecutivo de Claudia Sheinbaum viene detectando fraudes y abusos en estos filtros comerciales desde hace meses y eliminando algunas patentes otorgadas a las agencias aduanales que se encargan de revisar estos intercambios de mecancías. Como dijo Ebrard a finales del año pasado: “Se acabó la fiesta”.
Se recuerda a menudo que México y Estados Unidos comparten una frontera de más de 3.000 kilómetros de Matamoros a Tijuana y que eso les convierte a ambos en socios de preferencia, con un intercambio comercial de 800.000 dólares al año, pero también por esa frontera política entran y salen algunos de los mayores problemas para las relaciones binacionales, como el tráfico de armas y el de drogas, causantes de los altos índices de violencia. Pausado temporalmente el asunto de los aranceles, nuevas amenazas se ciernen contra México derivadas de las exigencias del presidente Trump: las barreras no arancelarias se yerguen ahora como uno de los puntos de fricción y las aduanas son clave en ello. Organismos internacionales, como la Confederación Latinoamericana de Agentes Aduanales, han denunciado extorsiones y amenazas contra estas personas por cuyas manos pasan las transacciones comerciales, pero también algunas de estas operaciones están lastradas por la corrupción. El Gobierno está revisando todo ello y la Cámara de Agentes Aduanales de México (Caaarem) ha propuesto al Ebrard algunas medidas para combatir el contrabando y el fraude.
La Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), en la que trabaja el investigado Alex Tonatiuh Márquez, depende de la Secretaría de Hacienda, pero Economía tiene áreas directamente implicadas y Ebrard está llevando la voz cantante en esta materia. El secretario ha recordado que ningún país puede revisar al completo todo lo que entra y sale por sus fronteras, por eso cobra importancia el buen hacer de las agencias y los agentes aduanales que han obtenido licencia para intermediar en estos intercambios. Y también la dependencia de Márquez, que es la que analiza en primer lugar qué mercancías pueden ser objeto de riesgo para poner más ojos sobre ellas. México, por las dificultades de su frontera, revisa alrededor del 3% al 10% de los productos, porcentajes similares o superiores al resto de países. Para ello se necesita honradez e infraestructuras. A mediados del sexenio anterior se concedió a los militares el control completo de las aduanas. Siempre hubo apoyo de las fuerzas armadas, pero para tareas de seguridad, no administrativas, como ocurre en la actualidad. “Eso ha hecho más complejo el trabajo, porque llegaron para aprender y desde hace tiempo se considera que las aduanas están atoradas, por el uso de las tecnologías, la digitalización de servicios y las operaciones diarias, a las que no contribuye la disciplina militar por falta de flexibilidad”, resume Jesús Carrillo, analista económico. “En el lado de México hay pocos cruces, en Tijuana se están construyendo más. A la saturación de infraestructura se suma la capacidad institucional”, dice Carrillo. Y a todo ello, los fraudes y la corrupción. “El mal funcionamiento de las aduanas es también una barrera arancelaria y probablemente veremos hablar más de ello a Ebrard y quizá a la presidenta Claudia Sheinbaum”, añade el consultor. En efecto, porque los retrasos arancelarios son dinero que se va perdiendo, amén de que la seguridad es importante también para los estadounidenses, no solo por las drogas, sino por los medicamentos o la entrada en su país de hortalizas y ganado, por ejemplo. Trump tiene en el mejor control de estas “barreras no arancelarias” otra herramienta “para disminuir o aumentar el flujo comercial, lo mismo que con los aranceles”, sostiene Sergio Barajas, socio del área de Comercio Exterior y Aduanas de Basham, una firma de abogados especializada en la materia. Estados Unidos puede jugar mucho a su favor con esta herramienta, tanto para hacer más restrictiva algunas importaciones a su país como favorecer sus exportaciones a México. “El hecho de que Trump haya volteado la mirada hacia estas regulaciones no arancelarias es otra opción para modular el flujo comercial”, añade. Barajas considera que la revisión de los agentes aduanales por parte del Gobierno mexicano “busca alianzas en el combate al fraude”.