ROMA  — De acuerdo a la Prensa Asociada,  en un partido de pretemporada de los Lakers en Beijing en 2013, la arena vibró con los cantos de “¡Kobe! Kobe!” — pese a que el lesionado astro no estaba siquiera en la banca. Desde Los Ángeles hasta Italia, China y el resto del mundo, Kobe Bryant era más que simplemente un basquetbolista. Era el embajador global del deporte. Fue un papel que Bryant comenzó a estudiar desde muy joven, durante sus siete años en Italia cuando su padre jugaba baloncesto profesional en el país. “Por todo ello, él podía entender la mentalidad”, dijo el entrenador italiano Ettore Messina, un exasesor de los Lakers de Los Ángeles, a The Associated Press. “Y él jugaba fútbol, así que aprendió a usar los pies, no solamente las manos. Por eso tenía la mente abierta”. Bryant, quien brilló 18 años en la NBA y ferviente hincha del fútbol desde niño, murió el domingo junto con su hija de 13 años, Gianna, en un accidente de helicóptero cerca de Calabasas, California. Tenía 41 años. “Lo otro crucial en su carrera fue la selección de Estados Unidos. Porque siendo quien era para Nike, viajó cada verano por todo el mundo, fuese Europa, China o Sudamérica”, dijo Messina, que ahora entrena el Olimpia Milano. “Con todas esas giras comerciales siempre estuvo dispuesto a hacer eso. Era un típico ciudadano del mundo y entendía eso primero que muchas otras personas·”. La popularidad de Bryant entre los fanáticos chinos solamente tenía de rivales a Yao Ming, LeBron James y Michael Jordan. Sus presentaciones como jugador, incluyendo ganar la medalla olímpica de oro en Beijing en 2008, fueron excedidas por mucho por sus presentaciones promocionales en el país, tanto a nombre de su marca como del baloncesto. En Taiwán, donde la NBA es también una enorme atracción, el presidente Tsai Ing-wen tuiteó que “Kobe inspiró a una generación de jóvenes baloncestistas taiwaneses y su legado vive en quienes le amaron”. El portavoz presidencial filipino Salvador Panelo apuntó que Bryant había visitado frecuentemente el país y añadió que “era muy querido por los fanáticos filipinos”. En Europa, Bryant se relacionaba bien con la aficionados locales porque él había sido un gran seguidor del fútbol desde pequeño. “Kobe fue una verdadera leyenda y una inspiración para muchos”, dijo el astro portugués Cristiano Ronaldo en Twitter. Bryant tenía una camiseta del Milan en su casillero en el Staples Center para mostrar su respaldo el equipo de su infancia. El Milan organizó un homenaje para el martes en el San Siro. Messina, quien trajo al argentino Manu Ginóbili a Italia y dirigió a cuatro equipos que ganaron campeonatos europeos, recordó cómo Bryant le recibió con brazos abiertos en los Lakers — al igual que a jugadores italianos y europeos en la NBA. La actitud de Bryant respondía a su conocimiento directo de la calidad del jugador extranjero Por ejemplo, cuando su padre Joe jugó en Italia en los 80, “nadie soñaba en ver a un italiano en la NBA”, dijo Messina. Ahora, Marco Belinelli es un campeón de la NBA con los Spurs de San Antonio; Danilo Gallinari es una pieza importante con el Thunder de Oklahoma City; y Andrea Bargnani fue la primera selección del draft de la NBA de 2006 por los Raptors de Toronto. Messina pasó a ser un asistente con los Spurs y en ocasiones le tocó sustituir a Gregg Popovich como entrenador, el primer técnico no nacido en Norteamérica que ganó un partido de la NBA. Bryant regresó a Estados Unidos para estudiar la escuela secundaria, pero siguió hablando italiano toda su vida y a menudo dijo que sería un sueño jugar en el país. Ese sueño estuvo a punto de hacerse realidad en 2011, cuando Bryant estuvo cerca de integrarse al Virtus Bologna durante una huelga de la NBA, pero el acuerdo no se concretó. “Kobe era muy, muy fuerte. Incluso de niño, su mentalidad de Mamba ya estaba”, dijo Davide Giudici, un buen amigo de la infancia en Reggio Emilia. “Me acuerdo que decía: ’Un día seré deportista profesional. No sé si en la Serie A o en Europa o en la NBA, pero voy a jugar baloncesto, sin dudas, en mi vida”. Y resultó que Bryant hizo mucho más que jugar baloncesto. Se transformó en un embajador global del deporte.