NAC1060574083b5c85_0Nogales, Arizona— Desde que empezó el sexenio de Enrique Peña Nieto la frontera entre el estado mexicano de Sonora y el estadounidense de Arizona es usada con más frecuencia por el ‘Cártel de Sinaloa’ para inundar de heroína y drogas sintéticas el mercado de Estados Unidos, admiten las autoridades que vigilan la zona.

“Por esta frontera el cruce de metanfetaminas se ha incrementado notablemente en los últimos dos años”, dice a Proceso Joe Agosttini, subdirector del puerto DeConcini en Nogales, Arizona.

Las estadísticas “no mienten”, agrega durante el extenso recorrido y la entrevista que concede a este semanario en torno a la operación del punto de entrada terrestre más grande entre Sonora y Arizona.

Como subdirector del puerto por parte del Buró de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Agosttini –con 30 años de experiencia en vigilancia fronteriza– muestra las estadísticas de los decomisos de metanfetaminas que han realizado en ese periodo y los presenta como indicador del incremento en el trasiego de drogas por la frontera de Sonora.

“Se nos hace una rareza el día en que no confiscamos drogas en este puerto; y eso que por aquí sólo pasan las personas y los vehículos que supuestamente ingresan legalmente a Estados Unidos”, apunta.

Durante el año fiscal 2009, en este cruce el CBP confiscó 224 kilogramos de metanfetaminas. Fueron 246 en 2010, 415 en 2011, 462 en 2012, y en 2013 –al empezar la presidencia de Peña– se decomisaron 718. En lo que va del año fiscal 2014, iniciado el 1 de octubre y que terminará el último día del próximo septiembre, van 552.

“Pasó algo muy significativo en los últimos dos años: casi se duplicó la cantidad de kilogramos decomisados de metanfetaminas. Y nada más estamos hablando de esta garita de Nogales”, insiste Agosttini.

Nogales, Arizona— Aun cuando se pensaría que ningún cártel mexicano se atrevería a meter su mercancía por puestos de revisión migratoria como éste –tomando en cuenta la tecnología de la cual dispone y el personal capacitado del CBP con el que cuenta–, al de Sinaloa parece no importarle perder unos cuantos kilos de droga.

La franja fronteriza entre Sonora y Arizona es una plaza bajo control absoluto del Cártel de Sinaloa, lo cual se ha hecho más notorio desde el arranque del gobierno de Peña Nieto, según informes de inteligencia del gobierno de Estados Unidos.

El puerto DeConcini cuenta con lo más nuevo en tecnología para revisar automóviles y personas. Agosttini muestra a Proceso el llamado z-portal, un arco que funciona como tomógrafo de resonancia magnética. “Lo instalamos hace tres meses”, comenta Agosttini. “Con él revisamos todos los automóviles que entran, sin necesidad de bajar a los pasajeros. Es altamente efectivo”, añade.

Para el cártel de Sinaloa la tecnología estadounidense no es obstáculo: sigue usando sus métodos tradicionales para introducir la droga a Estados Unidos.

Agosttini explica cómo se intenta pasar metanfetaminas y heroína: “Por los cruces peatonales es común que las personas se metan droga en los orificios del cuerpo o usen cinta adhesiva para pegarse los narcóticos al cuerpo. La esconden en maletas de doble fondo, en zapatos de doble suela; también en tanques de gasolina, en las llantas, en los tambores de los frenos, en las puertas, en el techo o en el sistema de aire acondicionado de los automóviles”.-

El ingenio de los narcotraficantes no tiene límites. Uno de “los intentos de cruce” –según el argot de los agentes del CBP– más recientes y sorprendentes fue el de las Coca-Colas.

Hace unos meses una pareja intentó meter varios kilos de heroína escondidos en una caja con 24 botellas de vidrio de Coca-Cola.

Cada uno de los envases del refresco estaba cortado a la mitad, pegado a la caja, pintado de negro por dentro y con la corcholata puesta. Los narcotraficantes calcularon minuciosamente el peso de los 24 refrescos llenos y el de la caja. El peso del líquido faltante fue compensado con el de la heroína.

El oficial del CBP que los revisó no cayó en la trampa.

Los tres paquetes de heroína que traía la pareja incluso tenían pegado el sello de quien enviaba la mercancía: el Cártel de Sinaloa, ahora presuntamente comandado por Ismael El Mayo Zambada.

“En dos minutos un oficial (del CBP) debe tomar una decisión importante: lo dejo entrar o lo mando a revisión, con la sospecha de que puede ser portador de narcóticos o de productos agrícolas ilegales”, narra Agosttini.

Las medidas 

de seguridad

El subdirector del puerto DeConcini explica que lo primero que hace un oficial del CBP es determinar si quien quiere ingresar porta un pasaporte legítimo, si es residente legal o extranjero con visa. Luego decide si revisa o interroga a quienes intentan cruzar.

“Puedo decirle que 95% de las veces en que el oficial del CBP considera sospechoso a un peatón o un vehículo, acabamos por decomisar algún tipo de droga. Hablo de un proceso diario”, subraya Agosttini.

La infraestructura en la frontera entre Nogales, Sonora, y Nogales, Arizona, es otro reto y una amenaza para el CBP. Al lado de la garita estadunidense pasan las vías del tren. Los vagones de carga que llegan de México o salen de Estados Unidos son un transporte muy bien explotado por el Cártel de Sinaloa para enviar drogas al norte o mandar al sur el dinero de la venta de los narcóticos.

“El asunto del tren es muy complicado; es muy difícil que tengamos garantías de 100% de que los vagones no han sido utilizados para esconder ilegalmente dinero o drogas”, acepta Agosttini.

Respecto al aumento del tráfico de drogas por la frontera de Sonora, el funcionario y agente del CBP es cauto; aclara que no le corresponde hacer comentarios políticos:

“El incremento se lo atribuyo a la situación económica en México”, se aventura. “La falta de empleo ocasiona que las personas busquen alternativas para sobrevivir y mantener a sus familias. Pero están también los narcotraficantes; éstos lo hacen por la avaricia del dinero y también por la demanda de drogas en Estados Unidos, porque hay que reconocer que aquí están las personas que cada vez consumen más drogas”, añade.

También varían las nacionalidades de los individuos a quienes el narcotráfico mexicano utiliza como burros o mulas (como se les conoce comúnmente) para meter las drogas.

Agosttini señala que se podría pensar que por tratarse de la frontera con Sonora, la mayoría de las personas detenidas por intentar pasar algún tipo de droga son mexicanos: “Pero no. También hay centroamericanos y sudamericanos que son residentes legales en Estados Unidos, van a México y se involucran en las redes del tráfico de drogas. Y hay estadunidenses”.

El agente reconoce que debido a la enorme demanda del mercado en este país, los narcotraficantes mexicanos no tienen límites para imaginar formas de meter su mercancía. Destaca la cotidianidad de los decomisos de algún tipo de droga –mariguana, cocaína, heroína o metanfetaminas– que hacen los agentes del CBP en el puerto DeConcini en cualquiera de los tres turnos: de las 6:00 a las 14:00 horas, de las 14:00 a las 22:00 y de las 22:00 a las 6:00.

“Confiscar drogas aquí en la garita es tan común para nosotros como lo es para un patrullero de carretera poner una multa todos los días a alguien que maneja con exceso de velocidad. Para nosotros un decomiso de narcóticos es parte de la rutina”, enfatiza Agosttini.  Las estadísticas proporcionadas a Proceso por el CBP dan sustento a las aclaraciones que hace el subdirector del puerto DeConcini. Las cifras de los decomisos de otras drogas por parte del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, amén de las metanfetaminas, no dejan espacio a la duda de que durante el sexenio de Peña Nieto subió el tráfico de drogas sintéticas y de heroína en esta frontera.

Durante el año fiscal 2009 en el puerto DeConcini se confiscaron 16 mil 904 kilogramos de mariguana, mil 87 de cocaína y 61 de heroína.

“La heroína confiscada es totalmente mexicana”, precisa Agosttini.