CARACAS — De acuerdo a la Prensa Asociada, un Venezuela, donde se enfrenta escasez de medicamentos e insumos médicos, muchos buscan la manera de contribuir a la protección de los trabajadores de la salud, que luchan contra el nuevo coronavirus. Uno de los apoyos es la fabricación de escudos faciales con materiales plásticos reciclados en lugares tan disimiles como pequeños talleres, oficinas e incluso con impresoras 3D en la sala de sus casas.
“Hay gente que quiere ayudar”, indicó Francis Murillo, una arquitecta que, a semejanza de otros venezolanos, aprovecha la donación de materiales como bobinas de tereftalato de polietileno — un plástico utilizado en recipientes, botellas y algunos productos textiles– para fabricar escudos faciales, una dotación impensable de ver en hospitales públicos y muchas clínicas privadas del país.
Mientras el presidente Nicolás Maduro insiste en que la escasez de materiales médicos es producto del “bloqueo financiero” que mantiene Washington contra su gobierno para presionar su derrocamiento, sus críticos sostienen que la larga crisis del sector salud es consecuencia de una errada política de control estatal que provocó el cierre de cientos de empresas farmacéuticas, entre otras, la mayoría de ellas ahuyentadas por la constante amenaza de expropiaciones y la imposición de draconianos controles que minaron sus finanzas a lo largo de dos décadas de gobiernos socialistas.
“Cuanto tiempo voy a estar aquí, produciendo esto, la verdad es que no lo sé”, indicó Murillo, recordando que el 11 de abril “alargaron la cuarentena otro mes, algo perfectamente comprensible, con todo lo que se está viviendo”.
“Uno tiene estas máquinas y puede prestar el servicio para fabricarlas. Más bien me encanta que con lo que yo hago en el día a día pueda poner el grano de arena”, acotó.
En Venezuela, la cifra de contagiados asciende a 180 y ha dejado nueve muertos.
El gobierno de Maduro, pese a las bajas cifras de contagiados, acordó prolongar por 30 días más el “estado de alarma constitucional” y la cuarentena, vigente desde el 16 de marzo, como parte de los esfuerzos para romper la cadena de transmisión del coronavirus.
La producción de escudos faciales, en tanto, va en aumento mientras se suman donantes y voluntarios a cuenta gotas, muchos de los cuales pusieron a disposición las impresoras 3D que tenían en sus casas y oficinas.
En las últimas tres semanas se han fabricado alrededor de 8.000 protectores faciales, dijo Murillo. En su mayoría son de corte laser porque su elaboración es más rápida. Otros voluntarios se encargan de organizar su entrega.
Por su parte, la diseñadora industrial Alessandra di Benedetto, que en medio de la crisis que azota a Venezuela se dedicaba a realizar cortes de madera para estudiantes de arquitectura y diseño, decidió no quedarse brazos cruzados tras la suspensión de las clases por el establecimiento de la cuarentena.
“Con el tema de la cuarentena todo se paró y nos dimos cuenta de que lo principal que quería hacer era ayudar”, por lo que aprovechó su carrera de diseño industrial y no dudó en sumarse a la iniciativa.
“Empezamos cortando ocho escudos en siete minutos y hemos logrado a bajarlo a menos de 4 minutos”, enfatizó. Al escudo facial lo “hemos venido arreglando ergonómicamente… porque la idea tampoco es producir rápido algo que no funcione. Lo bueno es que ha sido un modelo, como se dice, aprobado por los doctores”, para quienes además de guantes y tapabocas, cualquier protección adicional es bienvenida.
“Aquí los doctores no cuentan con nada de este equipamiento y apenas mostramos lo que estábamos haciendo nos empezaron a llegar pedidos. Estamos hablando de números grandes”, aseveró. Agregó que ha entregado unos cinco mil y ya organiza otra entrega.
“Todos están necesitando este tipo de escudo facial”, insistió.
El nuevo coronavirus llegó a Venezuela en uno los peores momentos de su historia. La caída de la producción petrolera a sus niveles históricos más bajos y las sanciones financieras de Washington para presionar la salida de Maduro del poder han afectado severamente las arcas del gobierno de Venezuela, país sumido en una crisis económica y humanitaria caracterizada por una hiperinflación y escasez que ha obligado a más de 4,5 millones de personas a irse del país en los últimos años.