Lo que sientas puede beneficiar o perjudicar el desarrollo de tu bebé.

Muchas preguntas rondan en tu cabeza. Dentro de varios meses verás la carita de tu bebé, pero es inevitable que las emociones estén a flor de piel. Ansiedad, tristeza, miedo, mal humor y temor…

Aunque es normal experimentar alteraciones en tu ánimo, velar por ese equilibrio emocional es de vital importancia para el progreso de tu embarazo y el bienestar de tu bebé.

“Si la futura mamá está feliz, provoca una mejor circulación de la sangre, incluyendo el área de la placenta. El bebé está recibiendo nutrientes en abundancia y siente alegría” explicó el ginecólogo obstetra Luis Rojas en una entrevista publicada en la revista Mima.

En contraste, si estás deprimida, llena de ansiedad y estrés, disminuyes el flujo sanguíneo y no llega suficiente sangre al área de la placenta y el bebé percibe que algo anda mal.

Por otra parte, muchas embarazadas dedican demasiado tiempo a pensar en factores que no pueden controlar y que les causan ansiedad y, por enden, afectar al bebé.

Sufrir de estrés es muy fácil durante esta etapa pues estás más susceptible a sentir emociones de forma extrema. Científicamente está probado que la causa principal de muerte intrauterina inesperada, el crecimiento pobre del feto, complicaciones durante el embarazo y partos prematuros son causados, precisamente, por situaciones de estrés.

Un estado anímico alterado aumentará las posibilidades de nacimientos prematuros. Incluso, en estos casos al hacerle pruebas de sangre al recién nacido, se encuentran niveles altos de adrenalina. De hecho, estudios demuestran que puedes alterar la configuración cromosómica negativamente.