LA PAZ — De acuerdo a la Prensa Asociada, la región cocalera del Chapare, bastión político de Evo Morales, vivía el martes el segundo día de encierro ante un crecimiento inusitado de los contagios de COVID-19, lo que llevó al expresidente a acusar al gobierno de “sembrar coronavirus” en esa región del centro de Bolivia.
El gobierno “no toma los mismos recaudos con municipios metropolitanos que reportan alto contagio”, dijo Morales en su cuenta de Twitter desde Argentina, donde se encuentra asilado. La víspera en una entrevista con una radio desde Buenos Aires Morales señaló al gobierno de provocar contagios en el Chapare.
El ministro de Gobierno, Arturo Murillo, rechazó las sindicaciones y atribuyó la propagación a protestas antigubernamentales de seguidores de Morales. Aurelio Rojas, alcalde de una localidad en esa región, pelea por por vida tras contraer el virus. “Rojas decía que el coronavirus es un invento de la derecha y del imperio; ahora está entubado”, declaró Murillo.
Las disputas entre el gobierno interino de Jeanine Áñez y el exmandatario, que renunció el año pasado en medio de protestas y sospechas de fraude en unas cuestionadas elecciones en las que buscaba ser reelecto, se han acrecentado durante la emergencia sanitaria.
Con 13.949 casos y 475 fallecidos hasta el martes y un crecimiento sostenido de los contagios, la Asamblea Legislativa apura una ley que obligará a pacientes recuperados a donar plasma. “Es justo que aquellos que recibieron tratamiento gratuito del Estado ahora ayuden a salvar vidas”, dijo el diputado Amilcar Barral.
Incluso un club del fútbol, Blooming, llamó a sus hinchas que vencieron la enfermedad a donar plasma a cambio de un bono anual para asistir al estadio cuando se reanude el torneo profesional en la región oriental de Santa Cruz, la más castigada por la pandemia.
En la provincia amazónica de Beni, en el noreste, otra región castigada, pobladores han denunciado que algunos fallecidos son sepultados en la tierra ante la falta de ataúdes.