Por FERNANDA PESCE

SANTA CRUZ XOCHITEPEC, México (AP) — Decenas de hombres sufrieron y se esforzaron para cargar una enorme cruz de media tonelada adornada con cintas de colores y bajaron a duras penas una colina empinada en la ceremonia anual del Día de la Santa Cruz, celebrada en el barrio de Santa Cruz Xochitepec, en la Ciudad de México.

La ceremonia en el Cerro de Xochitepec se realizó un día antes del día formal en el calendario de la Iglesia, el martes, cuando la cruz es el eje central de una misa y una nueva cruz es adornada para la travesía de regreso cuesta arriba en una semana.

La cruz ha montado guardia sobre el sur de la ciudad, incluso después que lo que fue un pueblito fue tragado por la expansión metropolitana de la capital. La importancia de la cruz para los locales es reflejada en el nombre del pueblo, que significa “Cruz Sagrada en la Colina Floreada”.

En un confuso coro de voces, y luego de tres intentos fallidos, decenas de voluntarios locales conocidos como “cargadores” consiguieron bajar la cruz de 7 metros (23 pies) de su base y llevarla cuesta abajo a la iglesia local.

Es un ciclo que ha estado ocurriendo durante décadas, quizás siglos.

Cada año, personas en todo el país llevan o adornan con telas y flores las cruces colocadas junto a caminos y en colinas, a manera de ofrendas.

Pero para los devotos en Santa Cruz Xochitepec, la suya no es simplemente otra cruz más. De acuerdo con una leyenda local, un convicto que huía de sus perseguidores en 1890 encontró una cruz detrás de la colina y se dice que la cruz le salvó de ser capturado.

Pero los recuentos de una cruz colocada allí —en un sitio en el que una vez fueron veneradas deidades prehispánicas— datan de la era de la conquista española.

Muchos residentes han cargado la cruz de 500 kilos (1.100 libras) alguna vez. Cuando los cargadores hacen sus pausas breves, cantan rancheras y un grupo de mariachis los acompaña cuesta abajo, seguidos todos por muchos locales.

Aunque solamente algunos soportan el peso de la cruz, la tarea es considerada un esfuerzo colectivo por todo el pueblo.

“Llevo cargando la cruz como unos 30 años y es un orgullo para mí cargar la cruz con todo el pueblo”, declaró René Rosas, uno de los cargadores. “Estamos cansados, pero sobre todo es la fe de la Santa Cruz”.