WASHINGTON — El presidente Joe Biden anunció el lunes un plan presupuestal que contempla impuestos más altos a los ricos, una reducción del déficit federal, más fondos para las agencias policiales y más recursos para la educación, la salud pública y la vivienda.
Acompañado en la Casa Blanca por su directora de presupuesto, Shalanda Young, Biden dijo que la propuesta envía un claro mensaje a la ciudadanía sobre “lo que valoramos”. Delineó un enfoque en la responsabilidad fiscal, la seguridad y las inversiones para “construir un mejor Estados Unidos”.
En esencia, el documento intenta decirles a los votantes cuáles son las prioridades de un diverso y por momentos fracturado Partido Demócrata poco antes de las elecciones de mitad de período en noviembre, en las cuales ellos determinarán si el Congreso permanece bajo control demócrata o no.
En resumen: Biden propone un total de 5,8 billones de dólares de presupuesto federal para el año fiscal 2023, que comienza en octubre, un poco menos de lo proyectado antes de que se firmara un plan de gastos suplementarios este mes. El déficit sería de 1,15 billones.
El plan incluye 795.000 millones de dólares para la defensa, 915.000 millones para programas nacionales y el resto para gastos insoslayables como el Seguro Social, Medicare, Medicaid y el interés neto de la deuda nacional.
El aumento de impuestos esbozado el lunes recaudaría 361.000 millones de dólares en 10 años y se aplicaría al 0,01% de la población que más dinero gana. Prevé la recaudación de 1,4 billones de dólares adicionales en los próximos 10 años mediante otros impuestos, pero manteniendo la promesa de Biden de no aumentar los gravámenes a las personas que devengan menos de 400.000 dólares al año.
El documento de 156 páginas también muestra las divisiones que persisten en la coalición de Biden y las posibles brechas entre lo que se prometió y la realidad del resultado final. El presidente ha respaldado previamente muchas de esas ideas sin que necesariamente haya conseguido un apoyo total del Congreso.
La propuesta incluye un impuesto mínimo de 20% de los ingresos de las familias con activos por valor de 100 millones de dólares o más, similar a una iniciativa previa que los demócratas comenzaron a debatir en el Congreso a finales del año pasado para financiar el plan de gastos nacionales de Biden. Pero dichos planes de gasto quedaron en pausa una vez que se vinieron abajo las negociaciones con el senador demócrata Joe Manchin.
Se destinaría más dinero a las agencias policiales, aunque las labores bipartidistas de concretar una reforma policial han fracasado. El presupuesto asume —con un alto grado de incertidumbre, basándose en los pronósticos de noviembre pasado— que la inflación volverá a la normalidad el próximo año desde su nivel actual, el más elevado en 40 años.
“Los presupuestos son declaraciones de valores”, dijo Biden en un comunicado, “y el presupuesto que estoy presentando hoy envía un claro mensaje de que valoramos la responsabilidad fiscal, la seguridad interna y en todo el mundo, y las inversiones necesarias para continuar nuestro crecimiento equitativo y construir un mejor Estados Unidos”.