Por KIRSTEN GRIESHABER y PATRICK QUINN

BERLÍN — Mijaíl Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética y para muchos el hombre que restauró la democracia en las naciones europeas gobernadas comunistas hasta entonces, fue recordado el miércoles como un líder poco común que cambió el mundo y, durante un tiempo, dio esperanzas de paz entre las superpotencias.

Pero el hombre que falleció el martes a los 91 años de edad fue vilipendiado también por muchos compatriotas que lo culparon de la implosión de la Unión Soviética en 1991 y de su decadencia como superpotencia. La nación rusa que surgió de ese pasado soviético redujo su tamaño al tiempo que nacieron 15 nuevas naciones.

La pérdida de orgullo y poder condujo eventualmente al ascenso de Vladimir Putin, quien en el último cuarto de siglo ha tratado de devolver al país su antigua gloria e influencia.

“Tras décadas de brutal represión política, abrazó las reformas democráticas. Creyó en la glasnost y en la perestroika – la apertura y la reestructuración – no solo como meros eslóganes sino como el camino a seguir para el pueblo de la Unión Soviética tras muchos años de aislamiento y privaciones”, afirmó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

“Estos fueron los actos de un líder inusual, uno con la imaginación para ver que un futuro diferente era posible y con el valor para arriesgar toda su carrera para conseguirlo. El resultado fue un mundo más seguro y una mayor libertad para millones de personas”, agregó.

Gorbachov ganó el Premio Nobel de la Paz en 1990 por su papel en el final de la Guerra Fría pero, aunque era muy respetado en el extranjero, era un paria en su propio país.

Putin reconoció que Gorbachov tuvo “un profundo impacto en el curso de la historia mundial”.

“Dirigió el país en un momento de cambios difíciles y drásticos, en medio de desafíos de política exterior, económicos y sociales a gran escala”, afirmó el mandatario ruso en un breve telegrama de condolencias a la familia.

Gorbachov “se dio cuenta de que se necesitaban reformas y trató de ofrecer sus soluciones a problemas graves”, añadió Putin.

Las reacciones de los funcionarios y legisladores del país fueron en general variadas: aplaudían a Gorbachov por su rol en el final de la Guerra Fría, pero lo criticaron por el colapso de la Unión Soviética.

Oleg Morozov, miembro del principal partido en el Kremlin, Rusia Unida, dijo que debería haberse “arrepentido” de los errores cometidos en contra de los intereses de Rusia.

“Fue, voluntaria o involuntariamente, coautor del injusto orden mundial contra el que nuestros soldados están combatiendo ahora en el campo de batalla”, indicó Morozov refiriéndose a la guerra que libran las tropas rusas en Ucrania.

Políticos de todo el mundo rindieron homenaje a un hombre que algunos describieron como un gran y valiente líder.

En Alemania, donde Gorbachov es considerado uno de los padres de la reunificación del país en 1990 y es conocido popularmente como “Gorbi”, la excanciller Angela Merkel lo saludó como “un político mundial único”.

“Gorbachov escribió la historia mundial. Ejemplificó cómo un solo estadista puede cambiar el mundo para mejor”, dijo, recordando cómo había temido que los tanques rusos pudieran entrar en Alemania Oriental, donde vivía, cuando cayó el Muro de Berlín en 1989.

El primer ministro saliente de Gran Bretaña, Boris Johnson, dijo que “en un momento de agresión de Putin en Ucrania, su incansable compromiso con la apertura de la sociedad soviética sigue siendo un ejemplo para todos nosotros”.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, describió a Gorbachov como “un hombre de paz cuyas decisiones abrieron un camino de libertad para los rusos. Su compromiso con la paz en Europa cambió nuestra historia común”.

Los líderes alemanes elogiaron a Gorbachov por allanar el camino para la reunificación del país.

“No olvidaremos que la perestroika hizo posible que se intentara establecer la democracia en Rusia y que la democracia y la libertad se hicieran posibles en Europa, que Alemania pudiese unirse y que cayese el Telón de Acero”, dijo el canciller, Olaf Scholz, a reporteros.

Scholz señaló además que el político falleció en un momento en que muchos de sus logros han sido destruidos.

“Sabemos que murió en un momento en el que no solo ha fracasado la democracia en Rusia – no hay otra forma de describir la situación actual allí – sino que Rusia y el presidente ruso Putin están dibujando nuevas trincheras en Europa y han iniciado una horrible guerra contra un país vecino, Ucrania”, apuntó.

El presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, se hico eco de los elogios de Scholz: “Me inclino ante un gran estadista (…) Alemania sigue ligada a él en gratitud por su decisiva contribución a la unificación alemana, en respeto por su valentía para abrirse democráticamente y para tender puentes entre Oriente y Occidente, y en recuerdo de su gran visión de una Europa común y en paz”.

El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, que formaba parte del gobierno de España cuando cayó el llamado Telón de Acero, recordó a Gorbachov como un hombre que “llevó vientos de libertad a toda la sociedad rusa. Trató de cambiar el sistema comunista desde dentro, lo que resultó imposible”.

Pero no todos en Europa tenían un recuerdo positivo. Gabrielius Landsbergis, cuyo padre, Vytautas Landsbergis, lideró el movimiento independentista de Lituania a principios de la década de 1990, tuiteó que “los lituanos no glorificarán a Gorbachov”.

En el país báltico sigue fresco el recuerdo del 13 de enero de 1991, cuando cientos de lituanos se dirigieron a la torre de televisión de Vilna para oponerse al despliegue de tropas soviéticas para aplastar su intento de recuperar la independencia. En los disturbios posteriores murieron 14 civiles y más de 140 resultaron heridos. Moscú reconoció la independencia del país en agosto de ese año.

“Nunca olvidaremos el simple hecho de que su ejército asesinó a civiles para prolongar la ocupación de su régimen en nuestro país. Sus soldados dispararon contra nuestros manifestantes desarmados y los aplastaron bajo sus tanques. Así es como lo recordaremos”, escribió Landsbergis.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se refirió a él como “un estadista único que cambió el curso de la historia” e “hizo más que cualquier otra persona para lograr un final pacífico de la Guerra Fría”.

“El mundo ha perdido a un destacado líder global, un multilateralista comprometido y un incansable defensor de la paz”, afirmó Guterres en un comunicado.

Los contemporáneos de Gorbachov señalaron el final de la Guerra Fría como uno de sus logros.

Mijaíl Gorbachov jugó un papel fundamental en el final pacífico de la Guerra Fría. En su país, fue una figura de importancia histórica, aunque no de la forma que él pretendía”, indicó Robert M. Gates, quien dirigió la CIA entre 1991 y 1993 y más tarde fungió como secretario de Defensa de Estados Unidos.

Por su parte, el presidente de Israel, Isaac Herzog, calificó a Gorbachov como “una de las figuras más extraordinarias del siglo XX. Fue un líder valiente y visionario que dio forma a nuestro mundo de una forma que antes se consideraba inimaginable”.

En Asia, fue recordado como un líder con coraje para implementar cambios.

El gobierno de China reconoció el papel de Gorbachov en el restablecimiento de los lazos entre Moscú y Beijing. El líder soviético había servido de inspiración a los pensadores reformistas chinos a finales de los 80 y su visita a la capital en 1989 supuso un hito en la relación entre las dos naciones.

“El señor Gorbachov contribuyó de forma positiva a la normalización de las relaciones entre China y la Unión Soviética. Lamentamos su fallecimiento y damos nuestro pésame a su familia”, dijo el vocero del Ministerio de Exteriores, Zhao Lijian.

Pero el liderazgo del gobernante Partido Comunista chino también considera el enfoque liberal de Gorbachov fue una muestra letal de debilidad y sus medidas hacia la coexistencia pacífica con Occidente, una forma de rendición.