La llama de la intolerancia aún destella en Alabama
Esta semana, el presidente de la Corte Suprema de Justicia de Alabama, Roy Moore, emitió la orden de que no se efectivicen matrimonios entre personas del mismo sexo en el estado en respuesta a un fallo de un tribunal federal de distrito que había declarado inconstitucional la prohibición del matrimonio homosexual en Alabama. Cuando la Corte Suprema de Estados Unidos se negó a tratar la apelación del fallo presentada por el estado, la prohibición fue revocada legalmente y Alabama se convirtió en el estado número 37 en reconocer el matrimonio igualitario. Esto fue así hasta que el presidente Moore se involucró. Ahora la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo en Alabama está en cuestión, con algunos municipios que emiten las licencias de matrimonio y otros que se niegan.
El presidente de la Corte Moore es un conservador radical y un estridente cristiano evangélico En 2003 salió en los periódicos y noticieros de todo el país cuando colocó un enorme bloque de granito con la inscripción de los Diez Mandamientos dentro del Palacio de Justicia de Alabama en Montgomery. Tiempo después desacató la orden de un tribunal federal de retirar el monumento religioso y fue destituido de su cargo. A pesar del desprestigio que sufrió en el momento, fue reelecto en 2012. Recientemente sugirió en un evento cristiano evangélico que la Primera Enmienda protege solamente a los cristianos, ya que, según él, esa era la religión de los fundadores de la nación. En el programa de televisión “Good Morning America” a principios de este mes, especuló lo que podría pasar si se permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo:
“¿Se contentarán con que exista el matrimonio entre un hombre y un hombre, o una mujer y una mujer, o promoverán el matrimonio múltiple? ¿O irán aún más allá, con matrimonios entre hombres y sus hijas, o mujeres y sus hijos?”.
Por suerte, hay parejas enamoradas que desafían la monumental intolerancia de Moore y todavía eligen casarse en Alabama. La primera pareja en casarse en Montgomery esta semana fue la de Tori Sisson y Shante Wolfe, que adoptaron el apellido Wolfe-Sisson. Cuando le pregunté a Tori cómo se sentía ser la primera pareja en casarse allí después de que la prohibición del matrimonio igualitario fuera revocada, ella dijo: “Se siente como si necesitáramos una siesta”.
Shante explicó su insistencia de casarse en Alabama: “Nos dijimos que no íbamos a ir a otro lugar, ya que trabajamos aquí, pagamos nuestros impuestos aquí y no vamos a ir a otro estado para luego volver y que no reconozcan nuestra unión. Varias personas nos dijeron ‘Bueno, vayan a Nueva York u otro lugar y listo’. Pero no, teníamos fe en que de que las cosas se moverían en forma positiva en Alabama. Y así fue”. Tori fue parte de la organización de esta histórica victoria como referente en Alabama de la Campaña de Derechos Humanos, una organización nacional de defensa de los derechos de gays y lesbianas.
Desigualdad, racismo, segregación. Estas injusticias persisten con notable tenacidad. Entrevisté al abogado Bryan Stevenson, radicado en Montgomery, sobre estas valientes mujeres: “Tenemos que aprender a respetar los derechos de las minorías. Alabama es un estado interesante. Nunca hubo un momento en que la mayoría de las personas de este estado votaran para acabar con la segregación racial. De hecho, nuestra Constitución estatal, que ahora es tan invocada en referencia al matrimonio igualitario, aún prohibe que niños negros y blancos vayan juntos a la escuela”. Stevenson es el fundador y director ejecutivo de la organización Equal Justice Initiative (Iniciativa de Justicia Igualitaria, en español), que acaba de publicar un informe titulado “Lynching in America: Confronting the Legacy of Racial Terror” (en español “Linchamiento en Estados Unidos: Confrontar el legado del terrorismo racial”). El informe documenta cerca de 4.000 asesinatos por linchamiento, 700 muertes más que las estimaciones más certeras aceptadas previamente. Stevenson declaró: “Al final de la Guerra Civil había gente que proclamaba el poder de los afroestadounidenses liberados. Fue realmente al principio del fin del período de Reconstrucción donde se vio cómo la violencia, las amenazas y la intimidación comenzaron a afirmarse para sustentar la jerarquía racial. La supremacía blanca no hubiera podido sostenerse en el tiempo sin la imposición de la violencia, la amenaza y el terror”.
La violencia sistemática y masiva, perpetrada con lo que Stevenson calificó de atmósfera “carnavalesca”, fue diseñada y sostenida para aterrorizar a la población afroestadounidense del sur. Sobre esto, Stvenson explicó: “Todo el norte y el oeste de Estados Unidos se pobló de afroestadounidenses que huyeron a Detroit, Chicago, Cleveland y Los Angeles, no como personas en busca de oportunidades sino como refugiados del terror”.
En medio del terror, personas valientes se levantaron y, durante la era de los derechos civiles, cambiaron el curso de la historia. El siete de marzo se conmemora el 50º aniversario del “Domingo Sangriento”, cuando 600 personas, entre ellas un joven John Lewis, ahora un distinguido miembro del Congreso, iniciaron una marcha de Selma a Montgomery para impugnar las “leyes de Jim Crow” que restringían el voto en Alabama para la población no blanca. Cuando los manifestantes se acercaron al puente Edmund Pettus fueron atacados brutalmente por la policía del estado de Alabama. Esto ocurrió solo dos años después de que el racista gobernador de Alabama George Wallace exclamara: “En nombre de las personas más grandes que han caminado en esta tierra, trazo una línea en el suelo, arrojo el guante ante los pies de la tiranía y digo ‘segregación ahora, segregación mañana, segregación para siempre’”.
La intolerancia persiste, pero la gente devuelve el golpe con una fuerza más poderosa: la fuerza de los movimientos, la fuerza de las organizaciones de base. Rosa Parks y miles de personas junto a ella lo hicieron en 1955 con el boicot en los autobuses de Montgomery. Como me dijo Stevenson: “Este es un estado donde a veces hay que ponerse de pie cuando los demás se quedan sentados. Es un lugar donde hay que hablar cuando otras personas se callan. Se necesita coraje para confrontar el abuso y la opresión que se produce cuando la gente no está a tu favor, cuando no te respeta. Es la historia de Estados Unidos, en busca de la justicia. Es la historia del estado para lograr justicia. Y felicito y aplaudo a todo aquel que demuestra ese coraje. Y creo que este es un estado que continuamente debe enfrentar su resistencia a cumplir con la Constitución y a respetar la dignidad y las aspiraciones de todas las personas”.