Grace Lee Boggs: Un siglo de militancia de base

Grace Lee Boggs falleció esta semana, a los 100 años de edad. “Dejó esta vida como la vivió: rodeada de libros, política, gente e ideas”, dijeron sus amigas Shea Howell y Alice Jennings, quienes estuvieron a cargo de su cuidado en el último tiempo. Grace Lee Boggs no solo fue una militante de base, sino que además fue filósofa, docente y revolucionaria. Dedicó su vida a empoderar a los pobres, a la clase trabajadora y a las comunidades de color, y se comprometió profundamente con una gran variedad de luchas y movimientos sociales, desde el movimiento por los derechos civiles y el Black Power al movimiento obrero, el feminista y el movimiento por la justicia ambiental. Durante más de 60 años vivió en Detroit y fue testigo de la transformación de esa ciudad, que pasó de ser la capital mundial de la industria automotriz a convertirse en cuna de grandes movilizaciones y agitación social en la década de 1960 hasta llegar a la actual etapa post industrial, en la que, detrás de las derruidas fachadas de fábricas vacías, se están incubando un sin número de experiencias de renovación urbana y autosustentabilidad local.

En la película sobre su vida “American Revolutionary: The Evolution of Grace Lee Boggs” (Revolucionaria Estadounidense: La evolución de Grace Lee Boggs, en español), Grace le dice a un grupo de estudiantes universitarios: “Uno no elige la época en la que le toca vivir, pero sí elige quién quiere ser”. Esta extraordinaria mujer profesó ese credo durante todo un siglo.

Grace Lee Boggs era hija de inmigrantes chinos. Nació en 1915 en el piso superior del restaurante que su familia tenía en Providence, Rhode Island. A los dieciséis años de edad comenzó sus estudios universitarios en Barnard College y, a los veinticinco, obtuvo su doctorado en filosofía en el Bryn Mawr College. Cuando le pregunté cómo llegó a convertirse en activista, me respondió:

“En aquellos tiempos, la idea de que una mujer, sin mencionar una mujer chino-estadounidense, consiguiera trabajo en una universidad era algo impensable, incluso los grandes almacenes decían abiertamente: ‘No contratamos orientales’”. Con el doctorado en mano, Grace Lee se mudó a Chicago y, según relató: “Conseguí trabajo en la biblioteca de filosofía por diez dólares a la semana. Eso no me alcanzaba para alquilar un lugar para vivir. Una pequeña mujer judía sintió lástima por mí y me permitió quedarme en el sótano de su casa, sin pagar alquiler. La única dificultad fue que tuve que hacerle frente a una barricada de ratas para llegar hasta el sótano. Eso hizo que tomara conciencia del problema de las ratas, hizo que participara de una comisión de inquilinos contra las viviendas infestadas de ratas, lo cual me puso en contacto con la comunidad negra por primera vez en mi vida y me permitió ser parte del movimiento Marcha sobre Washington organizado por A. Philip Randolph”.

Tendríamos que agradecerles a aquellas ratas de Chicago por incitarla a formar parte de un movimiento social por primera vez. La “Marcha sobre Washington” a la que hacía referencia Lee Boggs no era la conocida marcha de 1963 en la que Martin Luther King Jr. pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño”, sino el Movimiento de la Marcha sobre Washington de 1941. El reconocido dirigente obrero A. Philip Randolph junto al pacifista homosexual negro Bayard Rustin, que más tarde encabezarían la famosa marcha de 1963, organizaron una marcha similar más de veinte años antes. En 1940, observaron que la industria bélica nacional estaba sacando a cientos de miles de trabajadores blancos de la prolongada pobreza en que los había sumido la Gran Depresión, pero como había segregación en la mayoría de las fábricas, los trabajadores negros quedaban en el olvido. El movimiento que construyeron obligó al presidente Franklin Roosevelt a eliminar la segregación de las plantas que formaban parte del circuito de producción de armas para la Segunda Guerra Mundial. Ello contribuyó a impulsar el gran movimiento migratorio de afroestadounidenses provenientes de estados del sur, donde las leyes de Jim Crow imponían la segregación, hacia las ciudades industriales del norte.

Grace Lee se casó, pero no con el primer hombre que se lo propuso. Fue el africano Kwame Nkrumah, que conoció a Grace en 1945, mientras estudiaba en Estados Unidos, quien le propuso matrimonio por primera vez. Tras su retorno a África, Nkrumah se convertiría en el primer presidente de Ghana. Respecto a su proposición, Grace dijo: “Me tomó completamente por sorpresa… Le dije que no porque no podía imaginarme a mí misma políticamente activa en un país del que ignoraba totalmente su historia, su geografía y su cultura”. Nkrumah dijo más tarde: “Si Grace se hubiera casado conmigo, habríamos cambiado a toda África”.

En lugar de eso, transformó a Estados Unidos. Grace Lee Boggs se casó finalmente con el trabajador de la industria automotriz Jimmy Boggs. Juntos conformaron un equipo de una lucidez intelectual y una capacidad de organización militante que se convirtió en leyenda en Detroit. “Jimmy venía del sur profundo. Tenía la forma de pensar de la era agrícola. Luego vino, trabajó en una fábrica y adquirió también la mirada de la era industrial”.

“Detroit, que fue alguna vez símbolo de los milagros de la industrialización y se convirtió luego en símbolo de la devastación de la des-industrialización, es actualmente el símbolo de un nuevo tipo de sociedad, de gente que cultiva sus propios alimentos, de gente que prueba caminos y ayuda a los demás, de gente que empieza a pensar que se trata no tanto de conseguir trabajo y aumentar nuestro propio patrimonio sino de que dependemos los unos de los otros. Es otro mundo el que estamos construyendo aquí en Detroit”.

En 1992, Grace Lee Boggs fundó el colectivo Detroit Summer a fin de congregar gente joven para trabajar en una innovadora renovación de la ciudad. Los frutos de su trabajo continúan creciendo en toda la ciudad con granjas urbanas, micro-emprendimientos y énfasis en la economía local.

Grace Lee Boggs vivió una vida que se extendió durante un siglo, desde la Primera Guerra Mundial hasta la era digital. Los jóvenes acudían a su casa, que actualmente alberga al centro de promoción de liderazgo comunitario Boggs Center to Nurture Community Leadership, para seguir sus pasos y aprender de ella, de sus acciones y de sus palabras. Como decía Grace: “La única manera de sobrevivir es cuidarnos los unos a los otros”.