HUMACAO, Puerto Rico — De acuerdo a la Prensa Asociada- José Carlos Laviena vació sus bolsillos, se quitó los zapatos y esperó a morir.
Acababa de inyectarse un nuevo tipo de heroína que su traficante promovía, pero era tan fuerte que Laviena pensó que se había sobredosificado. Laviena de 35 años de edad estaba preparando su cuerpo para saber cómo quería ser encontrado.
“Es realmente algo súper fuerte”, dijo, refiriéndose a lo que él cree que era la heroína mezclada con fentanilo. “Sentí la muerte de cerca”
La experiencia casi fatal de Laviena es algo que esta pasando en el sureste de Puerto Rico y es una de las muchas señales de que la isla no se ha salvado de la crisis de opiáceos que ha plagado el continente estadounidense, un problema que parece haber crecido como resultado de un huracán devastador.
El gobierno está luchando para mantenerse al día, y no pudo solicitar una subvención multimillonaria de los Estados Unidos que los defensores dicen que podrían haber ayudado a salvar vidas.
Se notificaron más de 600 sobredosis relacionadas con fentanilo y 60 muertes en Puerto Rico en 2017, en gran parte antes del huracán María, en vez de 200 y ocho el año anterior. Si bien eso es mucho menos grave que la crisis en algunos Estados de EE.UU., los activistas y los expertos dicen que el problema parece estar creciendo rápidamente como el uso de fentanilo, el opiáceo culpado por gran parte del problema en los Estados Unidos, se propaga más ampliamente aquí.
La Administración de Control de Drogas de EE. UU. Y los grupos locales sin fines de lucro también dicen que creen que las muertes y las sobredosis reales son mucho más altas de lo que indican los números oficiales porque el gobierno de la isla no mantiene el recuento adecuado, y recientemente detuvo incluso el intento de contar las sobredosis fatales debido a restricciones financieras.
A pesar de eso, el territorio de los Estados Unidos nunca solicitó un premio de $ 7,8 millones del Congreso para ayudar a que las personas reciban tratamiento. Ese dinero, en cambio, se dividió entre los estados de los Estados Unidos.
“Es ridículo. Hay mucha necesidad de ese dinero “, dijo Carmen Dávila, una enfermera que ayuda a drogadictos en las zonas rurales de Puerto Rico. Le preocupa que la cantidad de sobredosis se incremente, y cuestionó las 612 sobredosis reportadas en 2017 por el gobierno. “Diría que es tres veces esa cantidad en función de los testimonios de personas a las que hemos ayudado, y esa es una estimación conservadora”.
Julissa Pérez, portavoz de la Administración de Servicios para la Salud Mental y la Adicción de Puerto Rico, dijo que era demasiado difícil para la agencia con poco personal que luchaba con los recortes de personal solicitar la nueva subvención y al mismo tiempo coordinar el trabajo de subvenciones y programas anteriores.