Naciones Unidas— La activista de la ONU de mayor nivel a favor de los niños afectados por la Guerra dijo ayer que el Estado Islámico estaba usándolos como informantes, vigilantes en las garitas de revisión y, en ciertos casos, atacantes suicidas.
La defensora, Leila Zerrougui, representante especial de la Secretaría General para Niños y Conflictos Armados, señaló asimismo que la ONU ha recibido reportes de que el Estado Islámico había raptado a niñas de comunidades minoritarias y las había obligado a casarse, pero agregó no haber podido verificar dichos reportes.
Zerrougui hizo las aseveraciones en Ginebra durante una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre los actos del Estado Islámico en Irak. El grupo, el cual ha proclamado un estricto estado musulmán sunita que abarca la frontera entre Siria e Irak, ha impuesto severas reglas en el comportamiento y ha sido acusado de una letanía de brutalidades contra grupos no suniitas, incluyendo ejecuciones masivas.
La comisionada adjunta de la ONU para derechos humanos, Flavia Pansieri, manifestó al Consejo de Derechos Humanos que el Estado Islámico había ordenado reglas estrictas para las mujeres radicadas en la ciudad norteña iraquí de Mosul y otras regiones bajo su control.
“Las mujeres no tienen permitido caminar por la calle sin la presencia de un tutor masculino, y cada vez están dándose más reportes de mujeres golpeadas” por faltas, dijo.
Pansieri habló también sobre muertes con objetivos específicos, incluyendo lo que describió como las ejecuciones de 650 prisioneros registradas el 10 de julio en Mosul. Quienes aseguraron ser sunitas fueron retirados, mientras que a los chiítas y demás grupos se les obligó a bajar a zanjas y se les disparó.
“Posteriormente se examinaron los cuerpos y se hacía un tiro en la cabeza de cualquier hombre que pareciera estar vivo”, agregó.
La funcionaria mencionó asimismo sospechas de atrocidades cometidas por fuerzas de seguridad iraquíes y milicias que combaten al Estado Islámico, incluyendo las ejecuciones del 22 de agosto cuando docenas de hombres y niños fueron baleados en una mezquita sunita situada en la provincia central iraquí de Diyala. El vocero del parlamento iraquí ordenó una investigación, la cual Pansieri dijo recibir con beneplácito.