INT10680392e289a1b_0Hrabove— Plegándose a la presión internacional, los separatistas pro rusos autorizaron ayer la salida de un tren con cadáveres del avión malasio derribado y acordaron entregar las cajas negras del aparato, derribado hace cuatro días en territorio ucraniano controlado por los insurgentes.

Mientras los cadáveres se descomponen por el calor y surgen señales de que el lugar del accidente no se manejó debidamente, en Occidente ha aumentado la indignación con los rebeldes y sus aliados en Moscú. Su cooperación, aunque reacia, debe calmar a las familias y ayudar a los investigadores, pero quizás no sea suficiente para reconciliar a las potencias que batallan por el futuro de Ucrania.

El Ministerio de Defensa de Rusia dijo que no ha visto pruebas de que se haya disparado un cohete contra el avión y negó tener participación alguna en el derribo del Vuelo MH17, además de insinuar que la culpa era de los militares ucranianos. Por su parte, el presidente Vladimir Putin se pronunció pero no mostró señales de abandonar a los separatistas en medio de nuevos combates cerca del lugar donde cayó el avión.

El presidente Barack Obama acusó a los rebeldes de manipular las pruebas y de insultar a las familias de las víctimas, y advirtió de nuevas sanciones. La Unión Europea se reunirá hoy martes para estudiar nuevas sanciones.

Los cadáveres de las 298 víctimas, en su mayoría holandeses, se han convertido en parte del conflicto en Ucrania porque pudieran resultar pruebas de qué derribó el avión el 17 de julio.

Expertos forenses internacionales finalmente lograron entrar al lugar del incidente ayer, una experiencia fuerte para Peter van Vliet, jefe del Equipo de Investigaciones Forenses de Holanda, quien dijo que al ver los restos del avión se le puso la piel de gallina.

El equipo observó restos que no han sido retirados e inspeccionaron el equipaje de los pasajeros.

En Torez, una localidad controlada por los rebeldes a 15 kilómetros del lugar del incidente, los inspectores hicieron una pausa de silencio antes de subir a los vagones refrigerados donde están los cadáveres. Rebeldes armados los rodeaban, mientras pasajeros abordaban otros trenes muy cerca.

El hedor de los cadáveres era abrumador y el personal usaba mascarillas, mientras los pasajeros hacían muecas de desagrado ante el mal olor.

El primer ministro holandés Mark Rutte dijo que el tren se dirigía a la ciudad de Donetsk, controlada por los rebeldes y 50 kilómetros al oeste del lugar del incidente. Agregó que las autoridades ucranianas han acordado permitir el traslado de los cadáveres a Holanda para su identificación.

En tanto, poco después de medianoche, el primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Alexandr Borodái, entregó las cajas negras del aparato a los expertos malasios que habían llegado a Donetsk horas antes.

“Aquí están las cajas negras”, dijo Borodái mientras un miliciano las colocaba sobre una mesa. El coronel Mohamed Sakri, del Consejo de Seguridad Nacional de Malasia, declaró que las cajas estaban “en buen estado”.

ONU pide investigación

En tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó ayer por unanimidad una resolución que pide acceso internacional al lugar y el fin de las actividades militares en la zona para una investigación.

Pero nada en el texto garantiza que Rusia coopere: técnicamente el avión fue abatido sobre territorio ucraniano, no ruso, y Moscú puede alegar que carece del poder para facilitar su aplicación.