CIUDAD DE MÉXICO — De acuerdo a la Prensa Asociada, a pesar de la captura de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, de su extradición, de su juicio y de haber sido declarado culpable de los diez delitos que se le imputaban –entre otros, liderar una organización que trafica con drogas a escala industrial–, el negocio del cártel de Sinaloa mantiene su ritmo como muestran decomisos recientes en zonas fronterizas controladas por este grupo.

Bolsas de fentanilo, tubos de plástico llenos de cristal, heroína, cocaína… El mítico líder está fuera de juego pero no hay indicios de que el cártel esté más debilitado ni de que haya perdido influencia en su feudo, el noreste de México. Tampoco parece que se hayan restringido sus actividades en las decenas de países donde está presente.

“Todavía es una fuerza muy importante en el submundo criminal mexicano”, asegura Alejandro Hope, analista en temas de seguridad.

El cártel –una enorme red de contactos que se nutre de corrupción– controla un engranaje que permite desplazar cocaína colombiana a Camerún o metanfetaminas ‘cocinadas’ en México a Malasia. Sinaloa controla puertos donde le llegan precursores químicos, laboratorios clandestinos para procesarlos y policías a sueldo que permiten que la droga llegue hasta la frontera y luego sea cruzada a través de túneles, a hombros de migrantes desesperados o en camiones ignorados por las aduanas. Además hay un ejército de sicarios, extorsionadores, secuestradores, prestanombres que lavan dinero y muchos y serviles contactos políticos. Y no faltan, por supuesto, artistas que ponen la nota musical a este emporio criminal.

En Estados Unidos, el cártel sigue operando a través de un enorme sistema de distribución que garantiza que la droga llegue al traficante local y, de ahí, a la mano del consumidor.

“Todas nuestras 23 divisiones cuentan con una investigación abierta, al menos en el ámbito local, ligada al cártel de Sinaloa”, asegura Will Glaspy, agente de la agencia antidrogas estadounidense (DEA por sus siglas en inglés), que ha tenido puestos en distintos puntos de la frontera y actualmente es el encargado de la división en Houston, Texas. “Así de poderosa es su red de distribución en Estados Unidos”.

Mientras tanto, donde comenzó todo, en las montañas del estado de Sinaloa, tampoco parece haber grandes cambios.

Ismael ‘El Mayo’ Zambada, cofundador de la organización criminal hace tres décadas, supervisa el negocio amparado por el respeto de narcotraficantes de menor nivel y peor prestigio.

“Es el principal jugador del cártel porque estuvo junto a ‘El Chapo’ durante años”, comenta Glaspy.

Con la tercera y última detención de ‘El Chapo’ en 2016, hubo una lucha por el control del grupo que fue desactivada con el encarcelamiento de Dámaso López Núñez y su hijo, Dámaso López Serrano. El primero fue capturado por México y el segundo se entregó voluntariamente a las autoridades estadounidenses. Hoy parece que la riendas las tiene ‘El Mayo’ y los hijos de Guzmán, Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán, conocidos como ‘Los Chapitos’.