090215-puerto-rico-pix-1

Carta abierta al Presidente Obama desde Puerto Rico

Por Luis Gutiérrez, Representante demócrata por el estado de Illinois

Estimado Sr. Presidente:

Recuerdo con cariño nuestras conversaciones cuando usted era un joven Senador de nuestro estado natal de Illinois y sus amables palabras solicitando mi consejo y asesoría sobre asuntos relacionados con Puerto Rico. Dadas las circunstancias actuales, siento que tengo que pedir su intervención para el pueblo de la Isla del Encanto.

Los vientos alisios soplan todavía calurosamente y el mar todavía da vueltas en las playas con su mezcla de azul, verde y turquesa. La gente es tan amable y llena de energía, la música, las bromas y los ricos olores de la cocina boricua parecen venir de todas las ventanas y puertas. Yo estoy en la tierra natal de mi padre y, si me permite tomar prestada una frase que utilizó para describir su reciente visita a Kenia, Puerto Rico es “muy personal para mí”. Estamos, tanto usted como yo, espiritualmente conectados con el lugar de nacimiento de nuestros padres de manera profunda.

Pero hay una gran nube colgante sobre Puerto Rico -más gruesa y más ominosa que las nubes que envuelven la selva tropical El Yunque- y es un mal presagio para el futuro de los habitantes de la Isla. Puerto Rico ha entrado en deuda con los usureros, de esos que ejercen su oficio en Wall Street.

Ahora estos tiburones están dando vueltas, exigiendo el pago, incluso si eso significa sacar a la policía de las calles, los maestros fuera de las escuelas y las enfermeras de los hospitales. Quieren reembolso de $73 mil millones de dólares en bonos -y eso es solo parte de la totalidad de la situación de la deuda de Puerto Rico-. Los multimillonarios de Wall Street quieren pago bajo sus condiciones para poder rellenar sus carteras de inversión.

La nube de la deuda perjudica la economía y amortigua el espíritu de la gente pero no es solo una cuestión de dólares y centavos. La gente, especialmente los jóvenes, están saliendo de Puerto Rico por miles, lo que deja detrás un agujero creciente en los corazones de las familias y los barrios.

Al igual que durante la generación de mis padres, hay un gran éxodo que ocurre a Estados Unidos de los que buscan futuros y prosperidad que no está disponible en su patria. Cada puertorriqueño lleva consigo un poco de la isla y su cultura única -que enriquece los Estados Unidos- pero disminuye la esperanza para los que se quedan aquí para hacer frente en Puerto Rico.

Como Presidente, le sugiero a usted que ya pasó mucho tiempo desde que se necesita su acción e intervención. Esta colonia de Estados Unidos está afectada por muchas de las mismas cargas de colonialismo como la Kenia natal de su padre. Pero la diferencia con la Kenia moderna –y los Estados Unidos- es que no tiene la independencia y la libertad para determinar su propio destino.

Como el poder colonial, los Estados Unidos de América tienen la responsabilidad de ver que la crisis actual se resuelva, pero lo más importante es que Puerto Rico tenga una economía estable y autosuficiente para seguir adelante. La sección 936 del Código Fiscal de Estados Unidos fue eliminada en 2005 y fue el principal incentivo para que las empresas estadounidenses llegaran a invertir en Puerto Rico. Y las inversiones eran reales, no sólo en papel. Las empresas crearon puestos de trabajo que dirigían a la economía y fortalecieron las familias. Ahora la inversión proviene de compañías de fondos de cobertura en Wall Street que compran y venden deuda, sangrado la economía de la isla.

En Puerto Rico, los líderes tienen pocas herramientas para abordar el problema, dada su situación colonial y algunos están demasiado distraídos con la cuestión del estatuto y la fantasía de la estadidad. Por sí sola, Puerto Rico no puede afrontar la crisis actual sin la cooperación de los Estados Unidos.

Si los dejamos a su libre albedrío, los multimillonarios, tenedores de bonos y fondos de cobertura en Wall Street seguramente actuarán, pero no será una acción que beneficie a nadie más que a sí mismos y se les cobrará un costo enorme a los puertorriqueños.

En cuanto al Congreso paralizado de Estados Unidos, que no hace nada, es rara la vez que actúa de manera constructiva, incluso bajo las mejores circunstancias. Pero sin contribuyentes de campaña o esfuerzos de presión vocales, cualquier acción sería un milagro.

Así es que le pido, Señor Presidente, que tome un papel personal más profundo. Agentes del poder de Wall Street, el gobierno acosado de Puerto Rico, los miembros del Congreso desinteresado y sobre todo el pueblo de Puerto Rico, tienen que ver a alguien que de un paso adelante y se haga cargo.

Específicamente, quiero que llame al Secretario del Tesoro, Jack Lew, para convocar las principales partes interesadas -financieros, políticos y sociales a que se unan en conferencia de alto nivel para resolver la crisis inmediata de la deuda de Puerto Rico, y también para sentar las bases para la renovación de la economía de Puerto Rico. El Secretario Lew es el banquero más poderoso del mundo y su oficina, a lo largo de las décadas, ha sido capaz de llamar a los capitanes de la industria, los poderes financieros y los intereses de la clase obrera juntos para adoptar soluciones en nombre de un bien mayor.

Es justo el tipo de diplomacia financiera que necesita Puerto Rico. El Secretario del Tesoro, bajo su dirección, no es menos calificado que el Secretario de Estado para negociar acuerdos multilaterales delicados donde los intereses que compiten deben hacer concesiones para resolver una crisis de grandes proporciones.

Su enfoque razonado de la creación de consenso se necesita urgentemente. Es el primer paso en el restablecimiento de un motor económico en Puerto Rico que va a crear puestos de trabajo. Los trabajos que construyen una economía creciente y a la misma vez aumentan los impuestos al gobierno. Los trabajos que detienen la hemorragia de la pérdida de población.

El pueblo de Puerto Rico necesita que los Estados Unidos de América asuma inmediatamente su responsabilidad jurídica, política y moral para Puerto Rico. No necesitan un rescate o un parche temporal que conduzca a un mayor endeudamiento. Necesitan llegar a un acuerdo mutuo trazado en buena fe para avanzar hacia la autosuficiencia. Sé que están dispuestos a venir a la mesa con seriedad para trabajar con intermediarios honestos para resolver su crisis de deuda. Pero los puertorriqueños necesitan un líder de su estatura -y la cooperación de los Estados Unidos- para lograr una solución que equilibre adecuadamente las exigencias de los poderosos con las esperanzas y los deseos de la gente humilde de Puerto Rico.