071515-roberto-nSobre el Acuerdo Nuclear con Irán

Roberto A. Nodal

Lo logrado en Viena, Austria esta semana entre las grandes potencias mundiales (Estados Unidos, Alemania, Rusia, China, Reino Unido, Francia) e Irán, luego de una decada de arduas, complejas y frustrantes negociaciones, puede catalogarse de algo positivo y de un paso adelante, a pesar de sus limitaciones y de no ser un acuerdo perfecto.   Y por igual refleja de que los esfuerzos diplomáticos a veces resultan ser la mas efectiva forma de zanjar y hacer frente a las amenazas globales.   El acuerdo es también simbólicamente importante en el sentido de que es la primera vez, desde el inicio de la revolución islámica en 1979, en que se ha logrado algún tipo de acercamiento y objetivos comunes entre Irán y Estados Unidos aunque aún queda por ver las repercusiones que eso tendrá sobre las hasta ahora inexistentes relaciones bilaterales.

El Presidente Obama había ya dejado claro que las dos cosas estaban en agendas totalmente aparte.

En el complejo camino de las negociciones han ocupado lugar primordial lo referente a la eliminación de la capacidad nuclear iraní, al menos por espacio de diez años, y de su programa de misiles balisticos al igual que la limitada capacidad que hasta ahora han tenido a las instalaciones iranís los expertos de las Naciones Unidas.  La casi nula credibilidad en el pasado del regimen islámista de Teherán, durante decadas de ocultamiento y falta de transparencia, requiere ahora un exhaustivo y riguroso sistema de inspecciones, como aparece estipulado en el documento del acuerdo.   Irán –que siempre ha afirmado que su programa nuclear es estrictamente con propósitos pacificos- ha obtenido su mas preciado objetivo: el levantamiento de las sanciones económicas aunque con la provisión nominal impuesta de ser restauradas si no se cumplen los objetivos acordados.   El acuerdo significará para Teherán recuperar unos 100 mil millones de dolares, hasta ahora congelados, y lograr nuevamente acceso a los mercados internacionales y a las ventas de petroleo.    Es esa precisamente la preocupación de los que están opuestos al acuerdo; de que Irán utilize esos cuantiosos ingresos con el próposito de apoyar financieramente a grupos como Hezbolláh, Hamás y otros, denominados como terroristas aunque es bien cierto también, e ironicamente así, de que igualmente Irán, Estados Unidos, Israel y la Arabia Saudita cuentan con el llamado “Estado Islámico” como enemigo común.

Para el Presidente Obama, que ha descrito el acuerdo como “una oportunidad histórica,” el mismo y al igual que las nuevas relaciones con Cuba, sin duda representan lo que será su mas importante legado en materia de política exterior, a la vez que abre un nuevo capitulo en las relaciones internacionales.  Ahora quizás la tarea mas difícil para Obama será la de convencer a un Congreso dominado por los Republicanos -desconfiado del acuerdo- y a la vez calmar el nerviosismo de los israelitas y saudis, todos los cuales harán lo mas posible por torpedear el acuerdo.   No obstante es de entender los dos puntos de vista: los aspectos positivos de dicho acuerdo y la actitud constructiva del presidente iraní Rouhani y a la vez el hecho de que los de linea dura en el regimen iraní continuan manteniendo una actitud de abierta hostilidad contra el Occidente, y especialmente Estados Unidos, como quedó demostrado hace pocos dias con la quema de banderas de EE.UU y la efigie de Obama al igual que los habituales y ya gastados slogans de “Muerte a América” y “Muerte a Israel.”   Es de entender asimismo la preocupacion del primer ministro y de los lideres de ese ultimo país.

En todo caso será eventualmente el desarrollo y cumplimiento del acuerdo lo que a la larga le otorgará o negará su futura dimensión histórica.   Tan solo el tiempo tendrá la ultima palabra.