Ciudad de México.- Las aguas que rodean la Antártida pueden ser el último lugar en la Tierra en experimentar el cambio climático. Una investigación de la Universidad de Washington y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) explica por qué el agua del Océano Austral alrededor del continente helado se ha mantenido más o menos en la misma temperatura, mientras que la mayor parte del resto del planeta se ha calentado. La respuesta está en las corrientes predominantes en la zona, según detallan los investigadores en la revista «Nature Geoscience».
Al parecer estas corrientes únicas alrededor de la Antártida llevan continuamente a la superficie agua que viene de zonas muy profundas, un agua centenaria que estuvo en contacto con la atmósfera de la Tierra antes de la época industrial y, por tanto, nunca ha estado afectada por el cambio climático asociado a los combustibles fósiles.
Este estudio viene a resolver un enigma científico y un patrón inconsistente de calentamiento a menudo aprovechado por aquellos que niegan el cambio climático. “Con el aumento de dióxido de carbono uno esperaría un mayor calentamiento en ambos polos, pero solo se da en uno, así que algo más debe estar pasando”, explica Kyle Armour, profesor de Oceanografía y Ciencias Atmosféricas en la Universidad de Washington. “Demostramos que es por razones muy simples, todo gracias a las corrientes oceánicas”, añade.
Los vientos huracanados del oeste que soplan constantemente alrededor de la Antártida actúan para empujar las aguas superficiales hacia el norte y traer continuamente agua desde abajo. El agua del océano Antártico viene de tan grandes profundidades, y de fuentes que son tan distantes, que harán falta siglos antes de que el agua que llega a la superficie haya experimentado el moderno calentamiento global. En otros lugares, como la costa oeste de América y el ecuador, el agua llega a la superficie desde unos pocos cientos de metros de profundidad, sin que tenga el mismo efecto.
“El océano Antártico es único, ya que transporta agua desde varios miles de metros de profundidad, hasta más de 3 kilómetros”, dice Armour. “Es realmente agua antigua y profunda, que no ha visto la atmósfera durante cientos de años, la que está llegando a la superficie. El agua que ahora llega a la superficie en la Antártida vio la atmósfera por última vez hace siglos en el Atlántico Norte, luego se hundió y siguió caminos tortuosos a través de los océanos del mundo antes de llegar a la Antártida, cientos o incluso miles de años más tarde.”
El calentamiento retardado del océano Antártico se ve comúnmente en los modelos climáticos globales, pero el culpable había sido identificado erróneamente como la mezcla de aguas frías y cálidas. «La vieja idea era que el calor recogido en la superficie se mezclaba con las aguas gélidas a más profundidad y esa era la razón para ese calentamiento lento», explica Armour. “Sin embargo, las observaciones muestran que el calor está siendo transportado lejos de la Antártida, hacia el norte y a lo largo de la superficie”.
El Ártico se lleva la peor parte
En el Atlántico, el flujo hacia el norte en la superficie del océano continúa todo el camino hasta el Ártico, y esta agua, que es la más expuesta al cambio climático, tiende a agruparse en torno al Polo Norte. Ésta es otra razón más para que el océano Ártico y el hielo marino estén experimentando la peor parte del calentamiento global, mientras que la Antártida se mantiene, en gran parte, ajena. “Los océanos están actuando para aumentar el calentamiento en el Ártico, mientras lo amortiguan alrededor de la Antártida”, destacó Armour.
Sabiendo dónde va el exceso de calor atrapado por los gases de efecto invernadero e identificando por qué los Polos se están calentando a un ritmo diferente, ayudará a predecir mejor las temperaturas en el futuro. “Cuando escuchamos el término calentamiento global, pensamos en un calentamiento en todas partes al mismo ritmo, pero no es así, cada vez es más importante conocer los patrones regionales del calentamiento, que están fuertemente determinados por las corrientes marinas”, concluye el investigador.