El presidente Donald Trump ostenta la plataforma comunicacional más poderosa del mundo. Lamentablemente, la usa para intimidar, menospreciar, sembrar el caos. El lunes se reunió en el Despacho Oval con tres de los 13 codificadores del idioma navajo que aún viven, aparentemente para honrarlos por su valiente servicio durante la Segunda Guerra Mundial. Estos operadores del Código Navajo fueron reclutados de jóvenes por la Infantería de Marina de Estados Unidos para usar el navajo, su idioma nativo, como código de encriptación de mensajes en la guerra contra Japón. Se usaron 600 palabras en idioma navajo, cada una de las cuales tenía un significado codificado útil para las comunicaciones en combate. Se los reconoce por haber ayudado a Estados Unidos a ganar batallas clave, tales como Guadalcanal e Iwo Jima. Pero en tan solo unos minutos, Trump se desvió del mensaje. Así habló ante los hombres navajo, que tienen más de 90 años de edad:
“Ustedes han estado aquí desde mucho antes que cualquiera de nosotros. Aunque tenemos una representante en el Congreso que dicen que también ha estado aquí desde hace tiempo. La llaman ‘Pocahontas’. Pero ¿saben qué? Ustedes me gustan, porque son especiales. Son personas muy especiales”.
La indirecta de Trump estaba dirigida a la senadora demócrata de Massachusetts Elizabeth Warren, que afirma que, de acuerdo a su legado familiar, tiene antepasados cherokee. No hay ninguna prueba de que Warren haya usado esta afirmación para avanzar en su carrera. Su ascendencia no verificada se convirtió en tema de debate durante su campaña de 2012 al Senado y Trump, que la percibe como una posible rival en las elecciones de 2020, se ha referido varias veces a ella como “Pocahontas”.
Como si fuera poco, el telón de fondo durante la ceremonia que se realizó en el Despacho Oval con los veteranos navajo era un retrato del presidente Andrew Jackson, que Trump hizo instalar al asumir la presidencia. Durante sus dos períodos como presidente, de 1829 a 1837, el presidente Jackson, conocido con los apodos “Asesino de indígenas” y “Cuchillo afilado”, aceleró el desplazamiento de las tribus indígenas del sureste de Estados Unidos, mediante marchas forzadas hacia reservas establecidas al oeste del río Mississippi. Así murieron miles de indígenas estadounidenses. Estas marchas de la muerte se conocerían luego como el “Sendero de las lágrimas”.
Si Trump leyera un poco de historia, sabría que referirse a alguien como “Pocahontas” es en realidad un cumplido, no un insulto. Pocahontas existió realmente y fue una mujer que demostró valentía y perseverancia en su corta vida. Nació alrededor del año 1595 en la región de Tidewater, en lo que hoy se conoce como Virginia, y fue llamada Matoaka y luego apodada Pocahontas. Su padre era Powhatan, que también era el nombre de afiliación de alrededor de 30 tribus algonquinas de la región. Según uno de los relatos, Pocahontas salvó al colonizador inglés John Smith de ser ejecutado en 1607. En 1995, Disney estrenó una película animada de gran éxito basada en esta historia.
Mary Kathryn Nagle es una abogada cherokee que trabaja para recuperar la soberanía y la jurisdicción tribal. Nagle habló con “Democracy Now!” acerca de la historia de Pocahontas: “La mayoría de los estadounidenses cree que es un personaje de Disney. Su verdadera historia fue mercantilizada y reescrita de manera tal que se falsea la verdad para celebrar la unión con su abusador. Pocahontas fue una sobreviviente de una forma de violencia, de violencia colonial, en momentos donde las mujeres indígenas eran objetivos primarios, ya que las potencias coloniales que llegaron a partir de 1492 e incluso después de 1776 sabían que una de las maneras principales de destruir una nación tribal, una nación indígena, era atacando a las mujeres”.
Matoaka, o Pocahontas, abogó activamente por la paz entre su pueblo indígena y los colonizadores europeos blancos. En 1613 fue secuestrada y la mantuvieron prisionera en Jamestown. Durante su cautiverio, fue convertida al cristianismo y luego contrajo matrimonio con John Rolfe, un prominente productor de tabaco. Rolfe la llevó a Inglaterra, donde murió a los 20 o 21 años. Fue enterrada en Gravesend, Inglaterra, y sus restos nunca se encontraron.
El secuestro de Pocahontas puede compararse con lo que sucede en la actualidad. La desaparición de mujeres indígenas en la zona de los yacimientos petroleros de Dakota del Norte y la región de arenas bituminosas de Canadá es una epidemia actual que no es suficientemente denunciada. Mary Kathryn Nagle se refirió a este tema en su entrevista con Democracy Now!: “En los Territorios Indígenas tenemos las tasas más altas de violencia de Estados Unidos, en particular en Dakota del Norte, donde el nivel de extracción de petróleo ha aumentado de manera exponencial desde 2005 por el auge del petróleo del yacimiento de Bakken. Como resultado de esto, más de 100.000 hombres que no eran residentes de Dakota del Norte se han mudado a este estado para vivir en campamentos instalados por las empresas petroleras. Y desafortunadamente, como mencionó la senadora Heidi Heitcamp, como mencionó el ex fiscal federal de Dakota de Norte, las tasas de violencia, narcotráfico, y por supuesto, los delitos y robos, han aumentado vertiginosamente, pero también lo han hecho en particular la violencia doméstica y las agresiones sexuales, entre ellas las violaciones y la trata sexual”. Tomemos como ejemplo el caso de Olivia Lone Bear, una mujer de 32 años de edad, madre de cinco hijos y miembro de la Nación Mandan, Hidatsa y Arikara de Dakota del Norte. Olivia está desaparecida desde el 24 de octubre. Ella es solo una de las cientos de mujeres indígenas que han desaparecido.
Imagínense si Trump aprovechara su gran cantidad de seguidores en Twitter para ayudar a buscar a Olivia. En su lugar, Trump retuitea videos contra los musulmanes que publica un grupo marginal racista de extrema derecha del Reino Unido, ataca a deportistas afroestadounidenses por sus protestas por los derechos civiles y respalda al candidato de Alabama al Senado, Roy Moore, acusado de abuso sexual de menores y acoso sexual en serie de niñas adolescentes. Mientras tanto, el propio Trump fue acusado de acoso y agresión sexual por no menos de 16 mujeres.
Este año se cumplen 400 años de la muerte de Pocahontas. Recordemos su nombre, no por haber sido invocado por un hombre poderoso que ataca a los más vulnerables, sino para inspirar medidas a favor de los derechos de los pueblos indígenas y de las mujeres.