Moscú— Un atacante suicida detonó ayer un artefacto explosivo en una congestionada estación del ferrocarril en el sur de Rusia, matando a por lo menos otras 15 personas e hiriendo a decenas más, dijeron las autoridades, en un recordatorio sombrío de la amenaza que enfrenta el país mientras se prepara para realizar los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán en febrero en Sochi.
Nadie se atribuyó de inmediato la responsabilidad del atentado en Volgogrado, pero ocurrió meses después de que el líder rebelde checheno Doku Umarov llamó a sus seguidores a realizar ataques contra objetivos civiles en Rusia, inclusive los Juegos de Sochi.
Los ataques suicidas han sacudido a Rusia desde hace años, pero muchos se han limitado al Cáucaso del Norte, que es el foco de una insurgencia que busca un estado islamista en la región.
Hasta hace poco Volgogrado no era un objetivo típico, pero la ciudad –antiguamente conocida como Stalingrado– ha sido atacada dos veces en dos meses, indicando que los milicianos podrían estar utilizando ese eje del transporte masivo como una forma renovada de demostrar su alcance más allá de su región conflictiva.
Volgogrado, cercana a las volátiles provincias del
Cáucaso, está a 900 kilómetros al sur de Moscú y a unos 650 kilómetros al noreste de Sochi, un balneario en las costas del Mar Negro que está rodeado por las montañas del Cáucaso del Norte.
El atentado puso de relieve los enormes problemas de seguridad que enfrentará Rusia para cumplir su promesa de hacer que los Juegos de Sochi sean “los Juegos Olímpicos más seguros de la historia”. El Gobierno ha emplazado decenas de miles de soldados, policías y otros efectivos de seguridad para la protección de los juegos.
A lo largo de ayer, los funcionarios emitieron declaraciones contradictorias sobre los fallecidos. También dijeron que el presunto atacante fue una mujer, pero después se retractaron y dijeron que podría haberse tratado de un hombre.
Policías no identificados y citados por la agencia noticiosa Interfax dijeron que las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad mostraban que el atacante fue un hombre.
La agencia agregó que se confirmó que el agresor era un hombre porque se halló un dedo masculino cercenado que se encontró en el sitio de la explosión. El dedo estaba rodeado todavía por un perno de seguridad retirado de una granada de mano.
El suicida detonó sus artefactos explosivos frente a un detector de metales antes de la entrada principal de la estación, cuando un sargento de la Policía comenzó a sospechar y se precipitó hacia adelante para comprobar una identificación, dijeron las autoridades. El policía murió por la explosión y otros agentes resultaron heridos.
Vladimir Markin, portavoz de la Comisión de Investigaciones, la máxima agencia de pesquisas en la nación, dijo que el atacante suicida –inicialmente identificado como una mujer– hizo estallar sus explosivos frente a un detector de metales.
“Cuando la atacante suicida vio a un policía cerca con un detector de metales, se puso nerviosa y activó su artefacto explosivo”, dijo Markin en un comunicado. La bomba contenía unos 10 kilogramos de TNT y estaba llena de fragmentos de metal, agregó.
Markin dijo que gracias a los controles de seguridad no hubo un número mayor de víctimas en la estación ferroviaria, que estaba llena de personas al momento del atentado debido al retraso de algunos trenes.
El portavoz dijo después a Interfax que el atacante podría ser un hombre, pero añadió que la investigación estaba en curso.
Rusia ha sido asolada por numerosos atentados obra de atacantes suicidas mujeres, muchas de las cuales eran viudas o hermanas de rebeldes. A menudo se les describe como las “viudas negras”. En octubre, una agresora suicida se hizo estallar en un autobús municipal en Volgogrado, lo que dejó seis muertos y unos 30 heridos.