Roberto A. Nodal
Luego del actual deshielo en las relaciones con Estados Unidos siguen llegando a la isla antillana empresarios de distintos paises, tanteando las posibilidades de negocios, dentro del marco de “actualización,” el termino que utilizan las autoridades cubanas para referirse a las transformaciones que quieren llevar a cabo en su economía. Prefieren no hablar de reforma del modelo económico, porque eso supondría el reconocimiento de que el que tienen no ha dado resultados. La criptica descripción oficial es la de ”facilitar la extensión de la propiedad social de los medios de produccion,” que en lenguage regular significa que en la mayor forma posible, el control del estado sobre la mayoría de los sectores de la economía cubana se vá a ir gradualmente reduciendo.
La interrogante, sin embargo, es en la manera de que eso se llevará a cabo. Raúl Castro ha dejado bien claro en varias ocasiones de que la introducción de medidas de corte capitalista, aunque las mismas sean necesarias, no quiere necesariamente decir que se abandonará el modelo socialista, particularmente en lo referente a servicios gratis en cuanto a la educación y la salud.
El gobierno cubano es consciente de que es esencial dotar al país de unas condiciones de infraestructura que logren permitir posteriores etapas de desarrolllo, y que en esto es crucial el capital extranjero. Hasta ahora las medidas de corte capitalista en Cuba –sobre todo en el sector turístico y hotelero- han estado basadas en las llamadas empresas mixtas, en las cuales el Estado cubano mantiene 51 por ciento de control. Si de verdad Cuba quiere que la economía y el capital foraneo se impulsen no le quedará mas remedio al gobierno, aún si no les apetece la idea, de destrabar las existentes y excesivas restricciones sobre las empresas exteriores y el flujo de capital extranjero. La versión oficial cubana es de que se están estudiando distintos modelos, incluyendo el chino y el vietnamita, los cuales han sido exitosos en impulsar la economía en esos dos paises. Pero a la vez los cubanos creen que los chinos han quizás ido demasiado rápido, y que una copia de ese modelo pudiera crear dislocaciones en la estabildad social y política de Cuba. Ellos, los cubanos, han aprendido las lecciones de errores cometidos luego del colapso de la antigua Unión Sovietica y los paises de Europa del Este.
Esta misma semana visitaba Cuba el ministro de relaciones exteriores japonés Fumio Kishida. Siguiendo la secuela que marcan otros paises desde el histórico encuentro oficial Barack Obama-Raúl Castro durante la reciente “Cumbre de las Americas,” el Japón también ha reavivado su interés por el futuro de Cuba y ha prometido brindar asistencia financiera no reembolsable en apoyo a su proceso de “transformación económica.” Pero como hemos señalado antes, queda por ver que curso tomará Raúl Castro. Para Cuba los problemas siguen siendo enormes y darle un vuelco –una transformacion- a una economia en la que el Estado ha dominado hasta ahora aún las mas pequeñas actividades de los cubanos, no vá a ser tarea fácil, si se siguen manteniendo los ferreos limites actuales. No obstante así, hay cifras alentadoras a nivel interno, de unos 600,000 cubanos que en los ultimos cuatro años dejaron de tener un empleo con el Estado, y emprendieron negocios por cuenta propia.
La incorporación a un modelo económico al estilo China o Vietnam obviamente traería enormes beneficios para Cuba, a pesar de seguir bajo control de un partido unico. Claro, cada país tiene sus propias condiciones y caracteristicas, y quizás el gobierno cubano teme de que cambios acelerados pudiesen llegar a crear los males sociales presentes en Cuba pre 1959 y que hasta eventualmente pudiese hacer peligrar las mismas bases de la revolución. Es un chance que Raúl Castro y la cupula de mando no parecen estar dispuestos a arriesgar, al menos por ahora.