La Haya— Hace apenas un año, Estados Unidos y otras autoridades antiterroristas de Occidente temían que una oleada gigantesca de combatientes del Estado Islámico regresaran a sus lugares de origen en Europa y el norte de África para sembrar el caos, luego de que los expulsaran de sus bastiones en Mosul, Irak y Al Raqa, en Siria.
Hoy estas ciudades están bajo el control de las fuerzas respaldadas por Estados Unidos y la cantidad de combatientes que regresaron es mucho menor a la esperada aunque, según las autoridades antiterroristas, eso no deja de ser preocupante.
En parte esto se debe a que el gobierno de Trump puso mayor énfasis en su objetivo de evitar que los combatientes se filtraran en esas ciudades y a que fue mayor la cantidad de militantes que se esperaba que lucharan a muerte. Cientos de ellos también se rindieron en Al Raqa, y es probable que algunos hayan escapado hacia nuevos campos de batalla en Libia y Filipinas.
“No se observa mucho flujo al exterior del núcleo del califato, pues la mayoría de ellos ya están muertos”, declaró la semana pasada el teniente general Kenneth F. McKenzie Jr., director del Estado Mayor Conjunto del Pentágono. “Algunos de ellos van a ocultarse”.
Según las autoridades estadounidenses, alrededor de 40.000 combatientes de más de 120 países se volcaron hacia las batallas en Siria e Irak durante los pasados cuatro años. De los más de 5000 europeos que se unieron a esas filas, 1500 han regresado a sus lugares de origen, incluyendo mujeres y niños, y la mayoría del resto falleció o continúa combatiendo, según Gilles de Kerchove, el coordinador de la lucha contra el terrorismo de la Unión Europea.
Sin lugar a dudas, el Estado Islámico —también conocido como EI— sigue siendo una amenaza para los países de Occidente, quizá primordialmente en la forma de militantes que se inspiran en el grupo para realizar ataques en sus lugares de origen, como se hizo evidente en los ataques de Reino Unido y Barcelona, afirman los funcionarios.
Pero una mezcla de factores ha suprimido el flujo de militantes que regresan de zonas en guerra. Muchos murieron luego de que fuerzas aliadas y locales bloquearan las rutas de escape de Al Raqa y Mosul. Desde los ataques terroristas en París en 2015 y en Bruselas el año pasado, las naciones europeas han endurecido la seguridad fronteriza y aumentado la vigilancia.
“Llevo mucho tiempo afirmando que no habrá un ‘oleada’ de personas que regresen, sino un ‘goteo constante’, y eso es lo que estamos viendo”, dijo Peter Neumann, director del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR) en el King’s College de Londres. “Muchos de ellos están varados en las zonas fronterizas turcas donde planean sus próximos movimientos”.