NUEVA YORK — Segun la AP, hace una década, Katy Perry podía cantar el alfabeto y aún así encabezar las listas de popularidad. Su nombre era sinónimo de No. 1 en Billboard, donde figuraba con éxito tras éxito, con himnos como “Teenage Dream”, “Firework” y “Roar”.
Pero como dice el dicho, todo lo que sube tiene que bajar.
Esa fue su experiencia hace unos tres años cuando lanzó “Witness”, que tuvo algo de éxito pero no dominó las listas. Aunque el primer sencillo “Chained to the Rhythm” llegó al Top 5, los otros decayeron y la popularidad de la estrella pop disminuyó mientras artistas debutantes — principalmente raperos en ciernes — se apoderaban de la escena musical.
“En 2017, 2018, pasé por una revisión de mi ego y realmente reprioricé lo que era importante y mi asociación con la validación, o mi relación con la validación. Simplemente ocurrió un cambio en mi vida y mi carrera. Ya no estaba llegando tan alto por mi propia cuenta como solía”, dijo Perry. “Como que había alcanzado la cima de la montaña. Había visto la vista. Me había acostumbrado a ella. Así que, claro, el universo decidió venir y decirme, ‘Muy bien cariño, vamos a resolver esto’”.
“Definitivamente tuve que atravesar un verdadero viaje emocional, psicológico y espiritual en esos años para encontrar mi sonrisa, porque la había perdido”, continuó Perry. “Por eso titulé este disco ‘Smile’”.
“Smile”, su quinto álbum con un gran sello discográfico, sale el viernes en momentos en que la artista de 35 años — que está comprometida con el actor Orlando Bloom y cerca de dar a luz a una bebita — ve la vida de manera diferente.