BETHESDA, Cirugía para incontinencia urinaria de esfuerzo (fugas que tienen lugar al toser o estornudar) mejora los síntomas de otra forma de incontinencia, llamada incontinencia imperiosa, en aquellas mujeres que sufren de ambos trastornos. Así lo señala un estudio avalado por los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health), cuyas conclusiones desafían las actuales pautas de tratamiento que sugieren que la cirugía podría empeorar la incontinencia imperiosa en las mujeres mencionadas, es decir, que padecen de incontinencia urinaria mixta. El estudio fue publicado por la revista especializada Journal of the American Medical Association. El estudio contó con el financiamiento del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver (Eunice Kennedy Shriver National Institute of Child Health and Human Development, NICHD) del NIH y la Oficina de Investigaciones de la Salud de la Mujer (Office of Research on Women’s Health).
“Las mujeres con incontinencia urinaria mixta podrían tener síntomas más molestos que las mujeres que solo sufren de incontinencia urinaria de esfuerzo o imperiosa”, dijo la Dra. Donna Mazloomdoost, médica, coautora del estudio y directora del programa de la Red de Trastornos del Suelo Pélvico del NICHD (Pelvic Floor Disorders Network). “Los hallazgos son prometedores para tratar un trastorno que puede ser difícil de enfrentar con las prácticas clínicas actuales”. Se cree que entre un tercio y la mitad de todas las mujeres con incontinencia urinaria sufren de incontinencia mixta. La incontinencia imperiosa es resultado de la contracción espontánea de los músculos de la vejiga, cuya consecuencia es la fuerte y repentina necesidad de orinar. La incontinencia urinaria de esfuerzo tiene lugar cuando la orina se filtra tras el aumento de la presión abdominal después de estornudar, toser, reírse o hacer ciertos movimientos que estrujan la vejiga. Las pautas de tratamiento habitual para la incontinencia urinaria mixta suelen conllevar protocolos independientes para cada modalidad de incontinencia. Por lo general, la incontinencia imperiosa se trata, inicialmente, con técnicas del comportamiento, como tratar de retrasar la micción durante un breve período tras sentir la necesidad urgente de orinar, reducir el consumo de líquidos, practicar ejercicios para fortalecer los músculos alrededor de la vejiga (terapia física para el suelo pélvico) y tomar medicamentos. La cirugía no suele recomendarse en las primeras etapas. La incontinencia de esfuerzo también puede tratarse con ejercicios y muchas mujeres reportan mejora en los síntomas. Sin embargo, la cirugía puede ser una opción para aquellas que no mejoran o deciden no practicar los ejercicios. El estudio Effects of Surgical Treatment Enhanced with Exercise for Mixed Urinary Incontinence (Efectos del tratamiento quirúrgico mejorado con ejercicios para la incontinencia urinaria mixta, ESTEEM) es un ensayo clínico aleatorio que reclutó a 480 mujeres con incontinencia urinaria mixta en centros de todo el país. Todas las participantes pasaron por una cirugía de sling o cinchas uretrales, un método muy bien establecido que consiste en colocar una delgada cinta de malla debajo de la uretra para evitar que la orina salga durante un esfuerzo, como estornudar o toser. Las participantes fueron aleatoriamente designadas a grupos de solo cirugía o cirugía con terapia del comportamiento y músculo del suelo pélvico, misma que incluyó seis sesiones con un profesional de la salud especializado. El seguimiento duró un año. Las mujeres respondieron un cuestionario llamado inventario de malestares urogenitales (UDI), diseñado para identificar síntomas de problemas urinarios. Los síntomas se clasifican en una escala de 0 a 300 puntos en función de su severidad. Además, respondieron encuestas sobre la calidad de vida y las percepciones del éxito quirúrgico.
El equipo a cargo del estudio concluyó que ambos grupos mostraban mejoras significativas en cuanto a síntomas de incontinencia después de la cirugía. El puntaje promedio en los UDI del grupo de solo cirugía fue de 176.8 antes de la intervención en el quirófano y 40.3 un año después de operarse; en el caso del grupo de cirugía combinada con terapia, el puntaje UDI pasó de 178.0 a 33.8. Según el equipo, ya que los puntajes postratamiento en los UDI de los dos grupos no acusan grandes diferencias, añadir terapia del comportamiento y músculo del suelo pélvico al tratamiento podría no propiciar mejores resultados clínicos. No obstante, el equipo sí encontró diferencias en otros resultados informados por las pacientes. El grupo de cirugía combinada con terapia física experimentó menos casos de incontinencia un año después de la cirugía y mostró menos probabilidades de recibir tratamiento adicional para síntomas del tracto urinario, lo que indica una mayor mejoría en la calidad de vida que el grupo de solo cirugía. “Las actuales pautas en la práctica clínica podrían estar retrasando, de manera innecesaria, la cirugía en mujeres con incontinencia urinaria mixta”, dijo la Dra. Vivian W. Sung, médica con maestría en salud pública, autora principal del estudio y catedrática de la Facultad de Medicina Warren Alpert de la Universidad de Brown en Providence, Rhode Island. “Esperamos que estos hallazgos mejoren la orientación y el tratamiento que se brinda a las pacientes”. Los investigadores hacen un llamado a ampliar la investigación a fin de identificar a aquellas pacientes con incontinencia urinaria mixta en riesgo de sufrir la continuidad de los síntomas después de una cirugía y de identificar tratamientos efectivos para ellas.