Por MARK STEVENSON
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — En un intento por avivar el nacionalismo y justificar sus políticas, el presidente de México ha empezado a tildar a sus oponentes de “traidores” y los acusó de trabajar para otros gobiernos.
Los analistas afirman que el presidente Andrés Manuel López Obrador empieza a parecerse más al primer ministro húngaro, el derechista Viktor Orban, que llama agente extranjero a cualquiera que se le oponga.
El tema llegó a un punto crítico la semana pasada, cuando López Obrador trató de eludir las impugnaciones judiciales a uno de sus proyectos favoritos, al declarar la construcción de un tren turístico un tema de “seguridad nacional”, sin explicar por qué un proyecto turístico justificaba esa declaratoria.
El lunes, el presidente dijo que se trataba de un caso de intervención extranjera de ambientalistas pagados por el gobierno de Estados Unidos, un señalamiento cautivador en un país que ha sido invadido varias veces.
“Llegan de la Ciudad de México y de otras partes del país seudoambientalistas financiados por el gobierno de Estados Unidos y nos promueven estos amparos”, aseguró López Obrador. “Entonces, se recurre a un procedimiento que establece la ley, que es declarar esta obra de seguridad nacional por muchas razones, porque está interviniendo un gobierno extranjero”, añadió.
El activista Pepe Urbina presentó una de las impugnaciones judiciales que paralizaron el llamado Tren Maya, que se abre camino a través de la selva de la península mexicana de Yucatán. El proyecto amenaza muchos cenotes, que son cavidades de agua dulce típicas de Yucatán, donde se han descubierto algunos de los restos humanos más antiguos de América del Norte.
“Se nos está difamando con esta afirmación de que trabajamos para el gobierno de Estados Unidos”, afirmó Urbina, quien se gana la vida como buzo profesional y niega haber recibido fondos del vecino país del norte. “Es absurdo”, aseguró.
El Tren Maya planea un recorrido de 1.500 kilómetros (950 millas) a través de la península de Yucatán, conectando balnearios y sitios arqueológicos. López Obrador lo ha eximido de las declaraciones de impacto ambiental, pero un juez no estuvo de acuerdo y congeló las obras en un tramo de 60 kilómetros (36 millas) de vías entre Cancún y Tulum.
Antonella Vázquez, una abogada que se hizo cargo de las apelaciones de forma voluntaria, también negó haber recibido financiación del gobierno de Estados Unidos.
“Es una pena que descalifiquen, nada más para insistir con una seguridad nacional que no aplica a un tren de turismo”, afirmó Vázquez, quien recalcó que el juez de la causa se negó el lunes a cancelar la suspensión, a pesar de que el gobierno ha comenzado a ignorarla.
Hay mensajes en redes sociales que dicen “que soy una corrupta o que me financia alguien más o que no quiero a mi patria ¡y no! Nosotros no hacemos nada más que pedir el respeto a algo que está en la ley”.
El fin de semana, López Obrador usó un lenguaje similar para atacar a cualquiera, ambientalistas o empresarios, que se opusiera a su plan de dar preferencia en la compra de electricidad a las centrales gubernamentales a pesar de que tienen tecnologías antiguas y sucias, al generar energía con la quema de diésel y carbón, sobre las plantas privadas a gas, eólicas y solares.
Las acciones de López Obrador en materia de energía eléctrica llevaron a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá a presentar una denuncia contra México en virtud del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (por su acrónimo en español T-MEC), que prohíbe discriminar a las empresas extranjeras.
Ellos “están defendiendo a las empresas petroleras, a las empresas eléctricas del extranjero. Son unos traidores a la patria”, afirmó López Obrador sobre la oposición interna a sus planes para favorecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El analista mexicano de temas de seguridad Alejandro Hope opinó que los comentarios de López Obrador suenan más como los de figuras autoritarias europeas. “Esto es como Victor Orban, como Putin”, afirmó Hope en alusión al primer ministro húngaro y al presidente ruso, Vladimir Putin.
Bajo la óptica del presidente mexicano, “los movimientos sociales, los organismos gubernamentales son sospechosos por definición. Y si tienen algún tipo, si están conectados con algún tipo de red internacional, más aún”, agregó Hope.
“Lo que sigue es empezar a criminalizar la oposición ¿no? Traicionar a la patria es un delito en el Código Penal”, recordó. “No creo que esté todavía allí, pero están ahí planteando, digamos, lo está poniendo la mesa”.
Ivonne Acuña Murillo, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México, dijo que López Obrador puede sentirse justificado al pensar que una oposición débil y desorganizada en México puede, en algunos casos, estar buscando ganar puntos en el extranjero que no puede obtener en casa, donde el presidente sigue siendo muy popular. La oposición parece estar de acuerdo en poco más que en su odio por López Obrador.
“Si lo vemos de manera fragmentada, sí podemos pensar que el presidente exagera o que en algunos casos no tendría razón”, afirmó Acuña Murillo. “Pero el punto es que hay un contexto”, en el que algunas personas han tomado “una serie de pasos, de medidas, que se ha buscado tomar para impedir a como dé lugar la Cuarta Transformación, hacer fracasar al presidente en sus proyectos principales”, añadió. La Cuarta Transformación es el nombre que usa López Obrador para su proyecto de gobierno.
“Desde mi punto de vista hay una oposición férrea que no acepta ni un solo acierto, ni uno, y eso pues hace difícil también para el presidente trabajar con ellos”, opinó. Entonces, “también el presidente se atrinchera ¿no? En función de ataques continuos, continuos, continuos, y también eso pudiera después de pronto nublar su visión”.
Es probable que el nivel de retórica de López Obrador se haya vuelto más frenético en virtud de que le quedan apenas dos años de su mandato de seis y con el tiempo agotándose para terminar sus grandes proyectos: el tren turístico, las refinerías de petróleo y varios aeropuertos.
Ciertamente, el presidente mexicano pareció trazar la línea el domingo sobre la disputa de energía eléctrica en términos marcadamente nacionalistas.
“Nosotros no vamos a dar ni un paso atrás”, sostuvo López Obrador sobre la disputa eléctrica, que podría derivar en sanciones comerciales de Estados Unidos. “México es un país independiente, no es colonia de ningún país extranjero, y el presidente de México no es títere, no es pelele de ningún gobierno del exterior”.