JUPITER, Florida, EE.UU. (AP) — Jorge Alfaro, el nuevo cátcher de los Marlins de Miami, apareció en el primer entrenamiento de primavera del equipo con una camiseta que decía “Hablo (basura) de ti en español”. En realidad, el texto incluía una palabra más picante y menos publicable que “basura”.
Los angloparlantes de los Marlins han captado el mensaje.
A instancias del director ejecutivo Derek Jeter, los Marlins comenzaron el año pasado a impartir clases de español para los coaches, y desde entonces el programa se ha expandido por toda la organización, desde su departamento de prensa y relaciones públicas hasta los responsables de análisis estadístico y el alto mando de la gerencia.
Ahora, los jugadores de las ligas menores que hablan inglés están aprendiendo español, mientras que los hispanohablantes aprenden inglés. Todo es parte de una tendencia en las Grandes Ligas de tener equipos con más peloteros bilingües.
“Queremos invertir en los jugadores fuera de sus capacidades atléticas, invertir en ellos como seres humanos”, dijo Jeter. “La comunicación es lo primero y más importante cuando se habla de armar una organización con calibre de campeonato, lo que significa asegurarse de que nuestros jugadores de habla española hablen inglés, pero también que nuestros jugadores de habla inglesa hablen español”.
El programa educativo de Jeter para jugadores de las ligas menores va más allá del idioma. Se les enseñan habilidades para la vida y conciencia social: una ventaja para los jóvenes que esperan entrar en las Grandes Ligas en una de las ciudades más diversas del país.
Los Marlins no están solos. Aproximadamente la mitad de los 30 equipos de las Grandes Ligas han comenzado a ofrecer clases de español a jugadores de habla inglesa en los últimos años, según Paul Mifsud, vicepresidente de las Grandes Ligas y quien trabaja con programas para los jugadores.
“El interés del público en lo que están haciendo los Marlins ha ayudado a mejorar tanto la calidad de este tipo de iniciativas como la conveniencia con la que los equipos están adoptando esto”, aseguró Mifsud. “El liderazgo de los Marlins en esto es extremadamente útil. Nos gustaría que los 30 equipos hicieran todo lo posible por lograr que los jugadores tengan el nivel de educación que desean en estos temas, y creo que vamos en esa dirección”.
La camiseta de Alfaro se usaba en broma: el colombiano es bilingüe, está entusiasmado con su reciente cambio de equipo y ya es líder en el clubhouse, pero existen divisiones culturales potenciales en cualquier equipo, y el programa de educación de los Marlins ofrece un puente.
“Estamos aprendiendo de cada quien”, comentó Gary Denbo, vicepresidente de cazatalentos y desarrollo de peloteros. “Hablamos de conciencia cultural. ¿Por qué los peloteros latinos escuchan la música a tanto volumen? ¿Por qué los estadounidenses se molestan tanto cuando se van de 4-0 en momentos en que sus familias esperan mucho de ellos? ¿Por qué algunos tipos hablan tan fuerte en el autobús?
“El trabajo que hace nuestro departamento de educación afecta todo en la vida de nuestros jugadores. Abarcamos cocina, compras, nutrición, así como la forma de pagar tus cuentas y administrar tu dinero”.
Al comienzo del entrenamiento de pretemporada, los Marlins organizaron un concurso de cocina para un grupo de destacados peloteros de las menores. El equipo ganador, conformado por el jardinero Connor Scott, el campocorto Osiris Johnson y el lanzador dominicano Jorge Guzmán, celebró con vítores y palmadas.
Y eso es lo que esperan ver más a menudo los dirigentes de los Marlins.
El trío estaba conformado por un pelotero blanco, uno de raza negra y uno dominicano. Su pollo salteado con brócoli estaba delicioso, a juicio de quienes lo probaron.
“Tienes a tres chicos de mundos totalmente distintos”, explicó Denbo. “Y cuando se anunció a los ganadores, fue como si ellos pensaran que habían ganado la Serie Mundial”.
Scott, seleccionado por los Marlins en la primera ronda del draft del año pasado, dijo que agradeció la oportunidad de aprender a relacionarse con otra cultura.
“Mientras mejor conozcas a tus compañeros, más confiarás en ellos”, valoró Scott. “Pienso que eso es lo mejor que predican acá, la confianza. Si no confías en el tipo que está junto a ti, ¿cómo creerás que va a retirar a un corredor o que no va a chocar contigo en los jardines?”.
Scott dijo que no había tomado clases de español en la secundaria, pero agradece a los Marlins la oportunidad de comunicarse en esta lengua. El cátcher Will Banfield, seleccionado en la segunda ronda del draft del año anterior, afirmó que ha progresado a la hora de conversar en español cuando se reúne con latinoamericanos.
Y no siempre es tan difícil como parecería.
“Slider es slider”, ejemplificó.
Sin embargo, mientras espera su ascenso al primer equipo, Banfield considera que aprender español le ayudará en el montículo y fuera del terreno.
Los Marlins han contratado a seis profesores de turno completo, así como a algunos instructores que laboran a tiempo parcial. Cada filial de las menores tendrá a un profesor en esta temporada.
Y cuando un equipo esté en casa, todos sus peloteros recibirán lecciones, ya sea de español, inglés u otras habilidades, según Denbo.
Los veteranos de los Marlins aplauden el programa. El pelotero venezolano de cuadro Miguel Rojas, quien es bilingüe, dice que la mejoría en la capacidad de comunicarse en otra lengua puede facilitar la transición de un pelotero a las Grandes Ligas, particularmente en el sur de la Florida.
“Si alguien va a tomar un Uber y se topa con una persona que habla español, ese pelotero estadounidense estará preparado para lo que enfrentará en Miami”, dijo.