Roberto A. Nodal

Sin duda el nuevo presidente electo de Estados Unidos tiene ante sí  complejos e inmediatos retos y una enorme tarea global, a medida que los problemas mundiales cada vez se siguen multiplicando.   Sus palabras iniciales han sido supuestamente conciliatorias: “Nos relacionaremos de forma justa con todo el mundo, buscaremos terrenos en común y no hostilidad, alianzas y no conflictos.”   Pero aún así, esto no ha logrado aplacar el ambiente de incertidumbre, inquietud y nerviosismo prevalentes en la comunidad internacional, y particularmente en lo referente a la postura de Trump sobre los tratados internacionales y las relaciones de Estados Unidos con otros paises, y especificamente con sus principales aliados de siempre, los cuales quizás pudieran estar dudando de la tradicional confiabilidad de Washington.    En muchos aspectos dada la volatilidad, contradicción y falta de consistencia y predictibilidad que frecuentemente ha caracterizado el discurso de Trump; mostrando en gran parte una falta total de conocimiento en temas tan complejos y espinosos como proliferación nuclear, cambio climático, etc.   

La victoria de Trump adentra a Estados Unidos en territorio incierto, particularmente en el tema exterior: en las relaciones con Europa, y sobre todo los desafios que enfrenta ante el llamado “brexit” (y cuyos resultados Trump ha elogiado) y la creciente ola migratoria.   Y por igual con Rusia (país que ha recibido euforicamente el resultado electoral, y por cuyo presidente Putin, Trump ha mostrado gran simpatía), así como China, Corea del Norte, Irak, Afghanistan, Siria, y en lo referente al terrorismo, sobre todo “Al-Qaida” y el llamado “Estado Islámico” y contra el cual el electo presidente ha prometido incrementar la lucha.  Queda por ver también que pasará con el tratado anti nuclear firmado con Irán, los diversos acuerdos comerciales de carácter trans-nacional, y aún con las recién establecidas relaciones con Cuba.  Añadamos que Trump frecuentemente ha formulado una política exterior de carácter aislacionista, alejandose del principio –tradicionalmente seguido por anteriores administraciones- de que Estados Unidos debe ser el lider del mundo libre y democrático, con todas las responsabilidades y obligaciones que eso conlleva.

Otra interrogante es lo referente a las relaciones con paises como México, considerando las multiples dificultades en el horizonte y las realidades –como la estrepitosa caída del peso- que representa para México la elección del próximo, y a la vez controversial presidente norteamericano.

En fin, que lo que le espera a Trump es una interminable lista de problemas globales, y la mayor parte de ellos no de fácil solución.  Y pronto se dará cuenta de que una cosa es hacer multiples promesas y repetir slogans y consignas durante la campaña y otra es estar en la Casa Blanca y tener que lidear y gobernar el país, dentro del marco de las instituciones legales y juridicas creadas por la Constitución.

De momento, sin embargo, el mundo tiene los ojos fijos sobre Estados Unidos y lo que acontecerá con una nueva administración Trump.