Han pasado 15 años desde que el presidente George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney y una camarilla de neoconservadores, con el entusiasta apoyo de los medios de comunicación hegemónicos, dieron inicio a la invasión de Irak con un bombardeo asesino contra la ciudad de Bagdad, al que denominaron “Operación Conmoción y Pavor”. Lejos de entregar la libertad y la democracia prometidas, y de exponer los supuestos arsenales de armas de destrucción masiva, la guerra ilegal mató, hirió y desplazó a millones de civiles. Desde que comenzó la invasión, han muerto más de 4.500 soldados estadounidenses; siete de ellos la semana pasada. Esta escala de muerte y destrucción sería más que suficiente para destrozar a cualquier sociedad; aun así, el pueblo iraquí persiste, combatiendo la guerra con determinación y esperanza.
La socióloga franco-iraquí Zahra Ali, que creció en París porque sus padres debieron exiliarse de Irak durante el régimen de Saddam Hussein, dijo en una entrevista para Democracy Now!: “Tenemos que definirla como una guerra criminal, ya que se trata de la destrucción de Irak como Estado y sociedad funcional”. Zahra agregó: “El régimen iraquí post 2003 ha demostrado ser muy antidemocrático”.
Matt Howard se alistó en el Cuerpo de Infantes de la Marina de Estados Unidos antes del atentado contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. En una entrevista para Democracy Now! contó lo que sintió al enterarse de la noticia de la invasión a Irak: “Miré la invasión desde Okinawa, Japón, donde estaba en servicio en ese momento, y me invadió la sensación de temor de que estábamos tomando una decisión de la que nunca podríamos volver atrás”. Howard fue enviado en dos ocasiones a Irak, en 2004 y 2005. En el año 2008 ya estaba de regreso en Estados Unidos y se había convertido en un opositor a la guerra. Se unió al grupo Veteranos de Irak contra la Guerra (IVAW, por su sigla en inglés), del que ahora es codirector. El grupo cambió su nombre recientemente a About Face, que en inglés significa “media vuelta” o “cambio radical”.
Howard continuó: “Tomé el camino de cuestionar todo lo que me habían dicho cuando estábamos protegiendo a los obreros iraquíes que trabajaban en nuestra base de operaciones de avanzada y [ellos], básicamente, nos explicaban que su calidad de vida había sufrido un drástico impacto y que todo lo que nos decían a nosotros, de ganar el corazón y la mente de la población y de cómo íbamos a mejorar este lugar, estaba muy lejos de lo que de verdad pasaba”.
En 2012, el grupo Veteranos de Irak contra la Guerra organizó una marcha en repudio a una reunión de generales de la OTAN que estaba teniendo lugar en Chicago. Decenas de veteranos condecorados marcharon hasta las puertas del lugar de la reunión, y cada uno de ellos, a su turno, hizo una declaración antibélica y arrojó sus medallas de guerra por encima de las vallas.
Matt Howard continuó: “Algunos soldados son desplegados varias veces, a veces hasta 10. Y las heridas invisibles de la guerra, ya sea que se trate de estrés postraumático, daño cerebral traumático o trauma sexual militar, a menudo no se registran en las cifras porque no están incluidas en las categorías que usamos para medir estas cosas. Y quiero aclarar que, si esto es así para los militares, definitivamente es así para los civiles iraquíes que siguen lidiando con las secuelas de esta guerra”.
Una de las personas que enfrenta diariamente estas secuelas es Sami Rasouli. Oriundo de Irak, Rasouli emigró a Estados Unidos y, a lo largo de 30 años, se convirtió en el exitoso propietario de un restaurante y un apreciado miembro de la comunidad en Mineápolis. Tras la invasión estadounidense a su país de origen en 2003 formó el Grupo de Pacificadores Musulmanes y regresó a su patria. Ha estado viviendo allí desde entonces. Sami Rasouli, habló con Democracy Now!, vía telefónica, desde Najaf, Irak:
“En 2003, Irak entró en un túnel sin ninguna luz al final. La invasión, la ocupación, el sectarismo, luego el terrorismo, el [Autoproclamado Estado Islámico] y la expansión iraní. Nuestros equipos de pacificadores musulmanes han estado trabajando desde 2005 tratando de alentar y defender la paz, promoviendo los principios de la construcción de la paz en todo el país, entre todas las facciones, independientemente de que sean kurdos, árabes, suníes, chiíes, musulmanes o cristianos”.
Su proyecto más reciente es crear conexiones de persona a persona para fomentar la reconciliación entre Irak y Estados Unidos. Rasouli explicó: “Empecé el proyecto de escuela, como les decía, hace unos seis meses, con el fin de atraer a los llamados ‘infieles’ de Occidente para que se reúnan con los llamados ‘terroristas’, según los grandes medios estadounidenses, del este de Irak. Sentarlos en una misma mesa para que compartan el pan y se miren a los ojos. Y se están dando cuenta de que ninguna de esas tonterías es verdad. No son más que hermanos y hermanas que se encuentran, que pertenecen a la misma raza humana, que pueden llegar a un acuerdo mediante una amistad duradera basada en el respeto, el entendimiento mutuo y la confianza”.
Zahra Ali estudia el feminismo y la igualdad de las mujeres en Irak y observa enormes obstáculos para garantizar la ciudadanía plena de las mujeres iraquíes. Sin embargo, sostiene: “A pesar de la terrible situación, tenemos movimientos sociales muy fuertes. Tenemos ciudadanas, más recientemente, desde 2015. Tenemos movimientos populares de base muy arraigados que cuestionan la legitimidad del régimen posterior a 2003”.
Los aniversarios son una buena oportunidad para reflexionar, pero también para mirar hacia adelante. Quince años después de la calamitosa invasión a Irak, quienes precipitaron la guerra siguen libres. Pero los más afectados, desde los civiles iraquíes hasta los veteranos de guerra estadounidenses, se están organizando –contra todo pronóstico– en procura de la paz.